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Comisionado de la FDA difunde inquietudes infundadas sobre los aceites de semillas en la leche de fórmula para bebés


This article is available in both English and Español

En los últimos meses, el Dr. Marty Makary, comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés), ha amplificado inquietudes infundadas sobre la seguridad de los aceites de semillas, un subconjunto de aceites vegetales utilizados en la leche de fórmula infantil. No hay evidencia de que estas fuentes de grasa sean perjudiciales para los bebés.

“Generalmente, se cree que son proinflamatorios”, dijo Makary sobre los aceites de semillas el 4 de junio en una entrevista en “Fox & Friends”, haciéndose eco de afirmaciones que los influencers de bienestar han difundido sobre los aceites de semillas, a pesar de que no hay evidencia de que sean perjudiciales para las personas que los consumen, como ya lo hemos dicho. “No queremos bebés con inflamación general. El 40 % de los niños de nuestro país padecen una enfermedad crónica. Muchas de ellas están relacionadas con la inflamación y la resistencia a la insulina”, afirmó Makary.

En una entrevista en Fox News el 6 de junio, el comisionado clasificó los aceites de semillas y otros ingredientes de las fórmulas como contaminantes. “Las mamás quieren fórmulas para bebés sin aceite de semillas, sin jarabe de maíz, sin azúcar añadido, sin arsénico, plomo ni otros metales pesados”, declaró.

Y en una declaración del 10 de julio, mientras promocionaba sus esfuerzos para explorar la posibilidad de llevar al mercado “opciones adicionales y más saludables sin ingredientes como aceites de semillas, azúcares añadidos y metales pesados”, Makary volvió a insinuar que los aceites de semillas no son saludables y que es posible eliminarlos de las fórmulas para bebés.

Las declaraciones de Makary coincidieron con la promoción de la Operation Stork Speed, una iniciativa de la FDA anunciada el 18 de marzo para revisar los estándares y estrategias nutricionales para reducir los contaminantes en las fórmulas infantiles. Los expertos en nutrición infantil apoyan estos objetivos en general. Sin embargo, la inclusión de los aceites de semillas en la lista de preocupaciones de Makary es infundada, según nos informaron los expertos.

“Actualmente, no hay evidencia de que las fórmulas infantiles sin aceites de semillas constituyan opciones más saludables”, nos informó por correo electrónico el Dr. Steven Abramsneonatólogo que estudia nutrición infantil en la Facultad de Medicina Dell de la Universidad de Texas en Austin. Añadió que desconocía la disponibilidad de fórmulas infantiles sin aceites de semillas en Estados Unidos o Europa.

“No existe ninguna preocupación científica sobre estos aceites de semillas de los que hablan”, nos comentó el Dr. Mark R. Corkins, profesor de pediatría del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee en el Hospital Infantil Le Bonheur. Añadió que los seres humanos necesitan una dieta rica en grasas al principio de la vida y que los aceites vegetales contienen “algunos de los ácidos grasos esenciales que necesitamos para los tejidos que dependen de las grasas”. 

Existe cierta base científica para la preocupación sobre qué azúcares deben usarse en las fórmulas infantiles, como explicaremos. Sin embargo, la insinuación general de que la “azúcar añadida” en las fórmulas infantiles es perjudicial para la salud es engañosa, ya que la leche materna contiene lactosa. Todas las fórmulas infantiles deben tener al menos algo de azúcar añadida, preferiblemente en forma de lactosa.

Le pedimos al HHS apoyo a las declaraciones de Makary, que insinúan que los aceites de semillas y las azúcares añadidas en las fórmulas infantiles son perjudiciales para la salud. Un portavoz afirmó que estas declaraciones “reflejan un objetivo más amplio: alinear la supervisión de la FDA con la ciencia emergente y las prioridades cambiantes de salud pública”.

“La FDA está explorando activamente maneras de apoyar la innovación en el mercado de fórmulas infantiles que cumplan con los más altos estándares de salud infantil, al tiempo que abordan las preocupaciones de los padres sobre ingredientes específicos como azúcares añadidos, aceites de semillas y metales pesados”, dijo el portavoz.

Para ser claros, los metales pesados no son ingredientes intencionales en ninguna fórmula infantil. Estos contaminantes, presentes de forma natural en el medio ambiente y también propagados por la contaminación, se pueden encontrar en cierta cantidad en alimentos y en la leche materna. Un informe publicado por Consumer Reports el mismo día que se anunció la Operation Stork Speed encontró niveles variables de contaminantes en diferentes fórmulas. Sin embargo, los niveles se encontraban dentro de los estándares internacionales, señalaron Abrams y un coautor en un artículo de perspectiva publicado en el American Journal of Clinical Nutrition. El artículo también expresó su apoyo a la realización de más investigaciones y al establecimiento de estándares para los metales pesados en las fórmulas infantiles.

Los aceites de semillas son ingredientes normales y seguros de la fórmula infantil

Las afirmaciones en redes sociales sobre los aceites de semillas en fórmulas infantiles son una extensión de afirmaciones injustificadas de influencers de bienestar que afirman que estos aceites son perjudiciales al consumirlos en alimentos. La evidencia en adultos no indica que los aceites de semillas sean perjudiciales, y de hecho sugiere algunos posibles beneficios, especialmente cuando se usan en lugar de grasas saturadas. En las fórmulas infantiles, los aceites de semillas son universales porque proporcionan una fuente de ácidos grasos esenciales.  

“Las declaraciones que se ven comúnmente en las redes sociales de que los aceites de semillas deberían eliminarse por completo de las fórmulas o que los aceites de semillas no están presentes en las fórmulas provenientes de Europa son incorrectas e inconsistentes con la necesidad de ácidos grasos esenciales en cualquier producto nutricional de fuente única para bebés”, explica el artículo de perspectiva de Abrams.

Fotografía de Syda Productions / stock.adobe.com

Hace décadas, la FDA comenzó a exigir una cantidad mínima de ácido graso omega-6, el ácido linoleico, en las fórmulas infantiles para evitar deficiencias de ácidos grasos esenciales, ácidos grasos que el cuerpo humano no puede producir por sí mismo. Para cumplir con este requerimiento de ácidos grasos, los fabricantes de fórmulas utilizan aceites vegetales elaborados a partir de semillas de plantas como la soja, el cártamo y el girasol.

La FDA también basa sus regulaciones en la composición de la leche materna, afirmó Abrams. La leche materna tiene un contenido relativamente alto de ácido linoleico en comparación con la leche de vaca. Corkins añadió que la grasa de la leche entera de vaca es “difícil de digerir” para los bebés.

La afirmación de que los aceites de semillas son “proinflamatorios” se debe al hallazgo de que, entre los ácidos grasos, los omega-6 “tienden a estar más involucrados en la secuencia de una inflamación en el cuerpo”, dijo Corkins, y agregó que un nivel adecuado de inflamación no es perjudicial. Otro tipo de ácido graso, los omega-3, “tienden a estar más presentes en la secuencia que enfría las cosas”, dijo, “pero esto es una generalización, y no todo es de una manera u otra”. Los humanos necesitan ácidos grasos omega-6, dijo, y la Asociación Americana del Corazón los recomienda como parte de una dieta saludable.

Además, las investigaciones han indicado que el consumo de ácido linoleico (el tipo de ácido graso omega-6 necesario en las fórmulas infantiles) no produce un exceso de inflamación en el organismo.

Entre los influyentes que han desinformado durante mucho tiempo sobre los aceites de semillas se incluyen quienes promueven productos animales. El propio secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., ha respaldado la sustitución del aceite de semillas por grasa animal, por ejemplo, afirmando que los estadounidenses que comen papas fritas se están “envenenando sin saberlo” con aceites de semillas y promoviendo en vez el uso de sebo de res como aceite para freír. 

Calley Means, empresaria del sector salud, funcionaria especial del gobierno y asesora de Kennedy, lleva mucho tiempo planteando inquietudes infundadas sobre los aceites de semillas en las fórmulas infantiles. “A los nuevos padres: IGNOREN las recomendaciones sobre fórmulas infantiles”, escribió en X en marzo de 2024, recomendando que, en su lugar, utilizaran una fórmula para niños pequeños sin aceites de semillas.

“Las fórmulas para niños pequeños no están diseñadas para bebés y no deben usarse en ellos”, declaró Abrams. Corkins añadió que estos productos “no están regulados por la FDA”, mientras que las fórmulas infantiles sí, y que no cumplen con los requisitos nutricionales de los bebés. Además, afirmó, ni siquiera son necesarias para niños de un año o más, quienes pueden beber leche entera y comer otros alimentos. La Casa Blanca, donde Means trabaja como funcionaria gubernamental especial, no respondió a una solicitud de comentarios.

Esto no significa que no haya cabida para nuevas investigaciones sobre las fuentes de grasa en las fórmulas infantiles. Abrams, quien participó en una mesa redonda sobre fórmulas infantiles el 4 de junio en la FDA, ha argumentado que es hora de revisar los requisitos nutricionales de la FDA para las fórmulas infantiles, incluyendo los de estas grasas, que se establecieron en gran medida en la década de 1980. “Revisar las directrices es valioso para todos los nutrientes”, nos dijo. Además de las regulaciones sobre el ácido linoleico, la FDA tiene requisitos para el contenido general de proteínas y grasas en las fórmulas infantiles, así como para 27 vitaminas y minerales. La agencia también inspecciona las plantas de fabricación de fórmulas infantiles y cuenta con regulaciones para prevenir la contaminación.

Abrams y un coautor escribieron en 2023 que los científicos y organismos reguladores estadounidenses deberían evaluar la evidencia sobre el DHA, un ácido graso omega-3, así como el ácido araquidónico, un ácido graso omega-6, a la luz de los recientes requisitos europeos para añadir DHA a las fórmulas infantiles y las investigaciones relacionadas con el ácido omega-6. Ambos se encuentran frecuentemente en las fórmulas infantiles estadounidenses. Sin embargo, no está claro cuáles son los niveles ideales, y no existen requisitos de la FDA que guíen su inclusión.

Tom Brenna, experto en ácidos grasos de la Facultad de Medicina Dell de la Universidad de Texas en Austin, también abogó por actualizar la normativa sobre ácidos grasos en las fórmulas infantiles durante el evento de la FDA. “No todos los aceites de semillas son iguales”, afirmó, explicando que contienen diferentes niveles de los distintos tipos de ácidos grasos.

Abrams afirmó en el evento de la FDA que el objetivo de la revisión debería ser “mejorar lo que ya es un producto eficaz”. La fórmula infantil que se vende en EE. UU. “se produce y se usa de forma segura, ayuda a los bebés a crecer sin peligro y se ha asociado con la supervivencia segura de decenas de millones de bebés”, afirmó.

Las fórmulas bajas en lactosa se usan en exceso

Como ya hemos dicho, la insinuación de Makary de que es deseable o factible eliminar la azúcar añadida de las fórmulas infantiles es engañosa, dado que todas las fórmulas infantiles contienen al menos algo de azúcar añadida para imitar mejor la leche materna. Sin embargo, las preocupaciones sobre el tipo de azúcar que se utiliza en las fórmulas infantiles tienen cierta validez.

Corkins afirmó que, idealmente, la fórmula infantil debería ser lo más parecida posible a la leche materna. La lactosa es “el principal carbohidrato” de la leche materna, explicó. Es “extremada, extremadamente raro” que un bebé no pueda digerir la lactosa, añadió, aunque la enzima que la digiere puede disminuir en algunas poblaciones tras el destete.

A pesar de esto, las fórmulas infantiles que utilizan azúcares sin lactosa, como los sólidos de jarabe de maíz, se han vuelto más comunes con el paso de los años. Estas suelen promocionarse como suaves y fáciles de digerir para los bebés.

Un estudio que analizó fórmulas infantiles en polvo compradas en tiendas físicas en EE. UU. entre 2017 y 2019 reveló que el 59 % de todas las fórmulas compradas contenían al menos algo de azúcar, además de la lactosa. Un segundo estudio, que analizó datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición entre 1999 y 2020, reveló que la tasa de sesiones de alimentación infantil con fórmula que incluía al menos algunos carbohidratos sin lactosa aumentó de aproximadamente el 30 % en los primeros años del estudio al 78 % en los últimos años. La tasa de sesiones de alimentación con fórmula con sólidos de jarabe de maíz aumentó del 10 % a aproximadamente el 20 %.

Si bien los bebés con algunas afecciones de salud poco frecuentes necesitan alternativas bajas en lactosa o sin lactosa, varios expertos nos dijeron que estas fórmulas se están utilizando cuando no son necesarias.

Aun así, algunas publicaciones en redes sociales exageraron la ubicuidad de las fórmulas bajas en lactosa. Por ejemplo, Means, un empleado especial del gobierno, publicó en marzo de 2025 una captura de pantalla de la etiqueta de una fórmula en X que incluía jarabe de maíz (corn syrup, en inglés) como primer ingrediente. “Esta es la fórmula para bebés más vendida en Estados Unidos”, dijo Means, mencionando el azúcar, el aceite de semillas y otros ingredientes. “¿Qué demonios les estamos haciendo a nuestros hijos?”.

La fórmula ilustrada, Similac Sensitive, no es en realidad la fórmula más vendida en Estados Unidos, según nos informó un portavoz de Abbott, fabricante del producto. Las fórmulas más consumidas de la compañía son Similac Advance y Similac 360 Total Care, explicó, que son fórmulas estándar que contienen lactosa como principal fuente de carbohidratos.

Una página informativa de Abbott también aclaró que las fórmulas que incluyen jarabe de maíz como ingrediente no incluyen jarabe de maíz de alta fructosa, el tipo presente en muchos alimentos ultraprocesados. En cambio, las fórmulas infantiles utilizan jarabe de maíz o sólidos de jarabe de maíz, que están compuestos de glucosa y no contienen fructosa. Algunas publicaciones en redes sociales confunden ambas sustancias.

En cualquier caso, las investigaciones recientes indican que las fórmulas que dependen de azúcares sin lactosa “sí tienen efectos adversos en los bebés [que] incluyen un mayor riesgo de obesidad”, nos dijo por correo electrónico Michael Goran, investigador de obesidad infantil en la Universidad del Sur de California. Él y sus colegas descubrieron que entre los bebés que recibieron fórmula a través del programa Mujeres, Bebés y Niños (WIC, por sus siglas en inglés), en el sur de California entre 2012 y 2020, aquellos que recibieron fórmula con sólidos de jarabe de maíz tuvieron una tasa de obesidad un 10 % más alta a los 2 años y una tasa un 7 % más alta a los 4 años. Nos dijo que la FDA debería establecer una cantidad mínima de lactosa en la fórmula y limitar la cantidad de otros azúcares. Actualmente, no existen regulaciones de la FDA sobre la cantidad o el tipo de azúcar en la fórmula infantil, dijo.

Otro estudio, publicado en marzo, mostró una asociación entre la cantidad total de azúcar añadida en las fórmulas infantiles (incluyendo lactosa y otras azúcares) y el aumento de peso infantil. Jigna Dharod, investigadora en nutrición de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro y primera autora del estudio, nos comentó por correo electrónico que abogaba por el etiquetado del contenido de azúcar añadido en las fórmulas infantiles, así como por la regulación de la cantidad de azúcar añadida en las fórmulas y un mayor apoyo a la lactancia materna.

A pesar del consenso generalizado sobre el uso excesivo de azúcares sin lactosa, no todos coinciden en la solidez de la relación entre los carbohidratos en la fórmula y la obesidad. Abrams calificó de “incierta” la evidencia que vincula los sólidos del jarabe de maíz con un pequeño aumento del riesgo de obesidad.

Corkins afirmó que los estudios sobre las azúcares en las fórmulas infantiles y el aumento de peso excesivo son muy complejos de interpretar, dados todos los factores no controlados que intervienen. Por ejemplo, la cantidad de calorías que un bebé consume de la fórmula podría ser más importante que la cantidad o la fuente de azúcar. Añadió que la asociación entre la alimentación con fórmula y un mayor aumento de peso en comparación con la lactancia materna persiste, independientemente de la fórmula.


Traducción de Google Translate editada por Catalina Jaramillo.

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