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Los hechos detrás de las afirmaciones sobre el autismo, el Tylenol y el folato


This article is available in both English and Español

Según informes de prensa, el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., podría señalar al Tylenol y la deficiencia de folato en su prometido anuncio sobre las causas del autismo. Sin embargo, no se ha demostrado que ni el Tylenol ni la deficiencia de folato causen autismo. Algunos estudios han desestimado el Tylenol como factor de riesgo.

“Para septiembre, sabremos qué ha causado la epidemia de autismo y podremos eliminar esas exposiciones”, declaró Kennedy en una reunión de gabinete el 10 de abril. En una reunión de gabinete el 26 de agosto, Kennedy indicó que la administración “hará anuncios, como se prometió, en septiembre. Estamos encontrando intervenciones, ciertas intervenciones ahora, que claramente, casi con certeza, causan autismo”.

El 5 de septiembre, el Wall Street Journal informó que Kennedy sugeriría una conexión entre el autismo y el uso de Tylenol, o acetaminofén (también conocido como paracetamol o acetaminofeno), durante el embarazo, basándose en conversaciones sobre un informe previsto del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) con “personas familiarizadas con el tema”. Como veremos más adelante, no se ha demostrado que el Tylenol cause autismo, y algunos expertos nos indicaron que la mejor evidencia actual contradice esta conclusión. No tratar la fiebre y el dolor durante el embarazo puede ser peligroso para la madre y el bebé.

Otros habían especulado previamente sobre el papel del Tylenol en el informe sobre el autismo.

“ATENCIÓN A TODOS LOS QUE HAN TOMADO TYLENOL O CONOCEN A ALGUIEN CON AUTISMO”, publicó la activista conservadora Laura Loomer el 2 de septiembre en X, acompañando su mensaje con emojis de luces de coche de policía. “El vínculo entre el uso prenatal de @Tylenol y las tasas de autismo está bajo escrutinio mientras @HHSGov. prepara un importante anuncio para septiembre sobre intervenciones para el autismo”.

El Dr. Robert Malone, uno de los nuevos miembros que Kennedy designó para el comité asesor de vacunas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), predijo ese mismo día que el anuncio de Kennedy podría vincular el autismo con una combinación del uso de Tylenol y la vacunación en niños muy pequeños. No hay evidencia que lo respalde. Malone, quien tiene un historial de afirmaciones inexactas sobre las vacunas, hizo sus comentarios en un programa presentado por el excongresista Matt Gaetz.

El artículo del Wall Street Journal también indicó que el informe sugeriría cierta influencia de los bajos niveles de la vitamina folato en el autismo y que el ácido folínico podría usarse para tratar los síntomas del autismo. Algunas investigaciones han indicado que tomar ácido fólico, otra forma de folato ya recomendada para mujeres que podrían quedar embarazadas, se asocia con una menor probabilidad de tener un hijo con autismo. Sin embargo, aún no está claro si la vitamina es la causa de la reducción del riesgo de autismo. Los expertos nos informaron que la evidencia sobre el ácido folínico como tratamiento para el autismo es muy limitada.

Los funcionarios del HHS no han dado detalles sobre el contenido previsto del informe. En una aparición en Bloomberg TV el 8 de septiembre, el Dr. Marty Makary, comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), calificó el reporteo del Wall Street Journal de “prematuro”, afirmando que el informe aún no se ha redactado.

“Estamos utilizando la ciencia como máximo referente para llegar al fondo del aumento sin precedentes de las tasas de autismo en Estados Unidos”, nos dijo un portavoz del HHS por correo electrónico. “Hasta que publiquemos el informe final, cualquier afirmación sobre su contenido no es más que especulación”.

Un aspecto central de las promesas de Kennedy sobre el autismo ha sido la idea de que la creciente tasa de autismo es causada por alguna “toxina ambiental” que él puede encontrar y eliminar, como ha dicho Kennedy.

Como ya hemos escrito, existe evidencia de que los cambios en los criterios de diagnóstico, la detección, los servicios y la concienciación sobre la enfermedad han afectado el número de casos de autismo diagnosticados. Es posible que se haya producido un aumento real del autismo a lo largo de varias décadas, pero de ser así, es mucho menos drástico de lo que Kennedy ha descrito. La genética desempeña un papel importante en el riesgo de autismo.

“No existe una causa única para el autismo”, nos dijo Rebecca Schmidt, epidemióloga molecular e investigadora del autismo en la Universidad de California, Davis, y el Instituto MIND de la universidad, explicando que la condición probablemente resulte de una combinación de factores de riesgo genéticos y ambientales que interactúan entre sí. “Es probable que sea una mezcla compleja de cosas que suceden en los momentos adecuados, que conducen a un diagnóstico de autismo más adelante”, dijo, y agregó que estos factores pueden ser diferentes para diferentes personas. Los factores de riesgo ambientales pueden incluir exposiciones a sustancias particulares, pero también factores como afecciones de salud materna o infecciones durante el embarazo.

No se ha demostrado que el Tylenol durante el embarazo cause autismo

Algunos estudios han demostrado una asociación entre el uso de acetaminofén durante el embarazo y el desarrollo de un hijo con autismo o trastorno por déficit de atención e hiperactividad, lo que ha generado preocupación y demandas judiciales. Como ya hemos escrito, existen muchos otros factores que podrían explicarlo. Un juez federal dictaminó en 2023 que las pruebas que respaldaban una demanda masiva contra los fármacos no eran lo suficientemente sólidas como para ser admisibles, y algunos estudios recientes que han intentado desentrañar el asunto han puesto aún más en duda dicha relación.

“Según las pruebas que tenemos, no hay una asociación causal entre el uso de acetaminofén durante el embarazo y el riesgo de trastornos del desarrollo neurológico, incluido el autismo”, nos dijo Brian Lee, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública Dornsife de la Universidad de Drexel.

Fotografía de Andrey Popov / stock.adobe.com

Lee fue coautor de un estudio que incluyó casi 2,5 millones de niños suecos, publicado el año pasado, que, al igual que otros estudios, encontró una asociación entre el uso de acetaminofén durante el embarazo y un ligero aumento del riesgo de trastornos del desarrollo neurológico. Sin embargo, los investigadores descubrieron que otros factores, y no el acetaminofén, eran probablemente responsables de este hallazgo. Cuando los investigadores compararon a hermanos para controlar mejor diversos factores, la asociación con el acetaminofén desapareció. Los resultados sugieren que el acetaminofén no causa autismo y que las asociaciones observadas son falsas.

Miembros de la Coalición de Científicos del Autismo escribieron en una declaración publicada en línea en respuesta al artículo del Wall Street Journal, que los estudios que evalúan si el acetaminofén influye en el autismo son “difíciles de realizar”. La coalición, compuesta por más de 250 investigadores estadounidenses, se formó este año para contrarrestar las afirmaciones inexactas del HHS sobre el autismo, así como para supervisar las investigaciones gubernamentales sobre el autismo. Los estudios que han encontrado una conexión “no logran desentrañar adecuadamente” el uso del acetaminofén de las razones por las que lo usan las mujeres, afirmaron.

Por ejemplo, las madres con mayor riesgo genético de padecer trastornos del neurodesarrollo, como el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, reportan más dolor durante el embarazo, dolores de cabeza y migrañas, y son más propensas a usar acetaminofén, afirmó Lee. Por lo tanto, la genética de una madre puede al mismo tiempo fomentar su uso de acetaminofén y aumentar las probabilidades de que tenga un hijo con un trastorno del neurodesarrollo.

“En estudios más sólidos, especialmente en aquellos que comparan a hermanos dentro de la misma familia, el vínculo suele desaparecer. Tampoco observamos los patrones claros y repetibles que cabría esperar si el acetaminofén fuera realmente la causa del autismo”, nos comentó por correo electrónico la Dra. Sura Alwan, experta en teratología clínica de la Universidad de Columbia Británica y directora ejecutiva de PEAR-Net Society, una organización sin fines de lucro dedicada al desarrollo materno-fetal. “Por lo tanto, la explicación más probable es que sean otros factores; como la razón por la cual esa persona necesitó acetaminofén en primer lugar, la genética familiar o cómo se recopilaron los datos; los estén impulsando esos resultados”. 

La publicación de Loomer en X incluyó la cobertura de Fox News de un estudio de revisión del 14 de agosto sobre acetaminofén y trastornos del neurodesarrollo, que concluyó que la evidencia era “consistente con una asociación” y que se debería aconsejar a las mujeres embarazadas que “limitaran el consumo de acetaminofén”. Sin embargo, los autores declararon a los medios de comunicación que su revisión no estableció una relación causal.

Un nuevo estudio japonés, publicado el 2 de septiembre, mostró una asociación entre el acetaminofeno durante el embarazo y un mayor riesgo de trastornos del desarrollo neurológico que desapareció en un análisis de hermanos.

“Cuando se suman todos estos pedacitos (nuestro estudio sueco tuvo resultados similares a los de este estudio japonés), creo que la evidencia apunta aún más lejos de cualquier posible vínculo causal entre el acetaminofén, el autismo y el TDAH”, dijo Lee, refiriéndose al trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

Añadió que no abogaba por “cerrar por completo el capítulo sobre el acetaminofén” sino que dijo que quien pretendiera afirmar una relación causal entre el fármaco y el autismo tendría que confrontar la evidencia que demuestra lo contrario. Añadió que el medicamento presenta riesgos conocidos, como toxicidad hepática y sobredosis, si no se usa según las recomendaciones.

El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos ha recomendado durante mucho tiempo que las personas tomen acetaminofén solo cuando sea necesario y en consulta con un médico, aunque señala que las personas embarazadas tienen opciones seguras muy limitadas para aliviar el dolor durante el embarazo.

“No existen pruebas claras que demuestren una relación directa entre el uso prudente de acetaminofén durante el embarazo y problemas de desarrollo fetal”, declaró el Dr. Christopher Zahn, jefe de práctica clínica del ACOG, en una declaración que nos fue proporcionada. Añadió que no tomar acetaminofén cuando está indicado “se considera, actualmente, mucho más peligroso que las preocupaciones teóricas basadas en revisiones no concluyentes de estudios científicos contradictorios”.

“Las pacientes embarazadas pueden estar seguras de que usar acetaminofén para tratar el dolor y la fiebre es seguro”, declaró la Sociedad de Medicina Materno-Fetal el 5 de septiembre. “La fiebre no tratada, especialmente durante el primer trimestre, aumenta el riesgo de aborto espontáneo, defectos congénitos y parto prematuro, y el dolor no tratado puede provocar depresión, ansiedad e hipertensión en la madre”, añadió el comunicado.

“El mayor riesgo es que las embarazadas dejen de tratar la fiebre o el dolor intenso por miedo”, dijo Alwan, al preguntarle sobre las consecuencias prácticas de promover una relación poco fundamentada entre el acetaminofén y el autismo. También sugirió que algunas madres podrían optar por otros tipos de analgésicos, como opioides o AINE (Medicamentos Antiinflamatorios No Esteroides, como aspirina, ibuprofeno o naproxeno), “que conllevan riesgos más evidentes y graves durante el embarazo”.

Afirmaciones infundadas sobre el Tylenol y las vacunas

También en las últimas semanas, personas y organizaciones con antecedentes de difundir información errónea contra las vacunas han estado haciendo afirmaciones infundadas sobre un vínculo entre el Tylenol, las vacunas y el autismo.

“Supongo que lo que podríamos escuchar tiene que ver con la interacción del Tylenol en los niños pequeños con factores proinflamatorios, como, por ejemplo, la vacunación múltiple”, declaró Malone, médico del comité asesor de vacunas de Kennedy, en su aparición en el programa “Matt Gaetz Show” del 2 de septiembre. “Eso podría ser parte del problema asociado con el autismo”.

En un artículo del 5 de septiembre, Children’s Health Defense, una organización sin fines de lucro fundada por Kennedy que ha difundido falsedades sobre las vacunas durante mucho tiempo, también planteó la idea de que el Tylenol combinado con las vacunas infantiles causa autismo, haciendo referencia a un estudio de 2008. 

Pero Lee, el investigador de autismo de Drexel, nos dijo en un correo electrónico que hay “muchos problemas con el artículo” que, basado en encuestas a padres, encontró una asociación entre el uso de acetaminofeno después de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola, o MMR, y el autismo.

Entre otras cuestiones, los investigadores reclutaron a los participantes del estudio de forma no aleatoria, “dirigiéndose a una población, con conciencia sobre el autismo en internet, y en busca de respuestas a las causas de la condición de sus hijos”, explicó Lee. Los investigadores le pidieron a los participantes que recordaran si sus hijos habían recibido acetaminofén después de las vacunas, en promedio, seis o siete años atrás. El estudio también se realizó en un momento en que los participantes podrían haber escuchado afirmaciones basadas en otro estudio, que posteriormente se descubrió que era fraudulento, que decía que la vacuna triple vírica causaba autismo. Lee sugirió que estos factores podrían haber sesgado los resultados.

Además, afirmó que, incluso si el estudio no presentara estos problemas, podría haber existido alguna explicación para los resultados que no estuviera relacionada con la medicación como causante del autismo. “Una interpretación más parsimoniosa y basada en la evidencia biológica de los datos sería que el autismo no diagnosticado se asocia con una salud diferencial o una respuesta inmunitaria que lleva al uso de acetaminofén”, afirmó.

“Simplemente, no hay ninguna ciencia creíble que respalde la idea de que el acetaminofén después de la vacunación causa autismo”, dijo Alwan.

Ácido fólico prenatal

El artículo del Wall Street Journal también sugirió que el informe del HHS sobre autismo mencionaría la deficiencia de folato como una posible causa del autismo. No está claro qué dirá el informe, pero existe cierto respaldo a la idea de que la suplementación con ácido fólico al inicio del embarazo se relaciona con una menor tasa de autismo en niños. Sin embargo, no se ha demostrado que el ácido fólico prenatal reduzca el riesgo de autismo.

Además, la evidencia actual no respalda ninguna nueva recomendación, ya que ya se recomienda a las embarazadas tomar ácido fólico. “Actualmente, la teoría del folato es más plausible que la del acetaminofén, pero sin duda se necesita más investigación”, afirmó Lee, refiriéndose a la evidencia sobre el ácido fólico durante el embarazo. Sin embargo, añadió que “si esto resulta ser concreto y cierto, no creo que realmente cambie la práctica actual”.

El ácido fólico es una forma sintética de folato, un tipo de vitamina B esencial para muchas funciones celulares, incluyendo aquellas importantes para el desarrollo del sistema nervioso. En Estados Unidos, se comenzó a fortificar algunos granos con ácido fólico en 1998 para prevenir defectos del tubo neural, o problemas con el cerebro y la columna vertebral que ocurren cuando el tubo neural no se cierra correctamente durante aproximadamente el primer mes de embarazo. También se recomienda tomar suplementos de ácido fólico antes y durante el embarazo.

El folato también se encuentra de forma natural en alimentos como las verduras de hoja verde, los aguacates, los frijoles y las naranjas, pero puede ser difícil obtener la cantidad recomendada durante el embarazo solo con alimentos no fortificados. La deficiencia de folato es poco común en EE. UU., y la tasa de defectos del tubo neural disminuyó tras la adición de ácido fólico a los cereales.

Schmidt, investigadora de autismo de la Universidad de California Davis, ha publicado investigaciones desde principios de la década de 2010 sobre una posible relación entre una mayor ingesta de ácido fólico al inicio del embarazo y un menor riesgo de autismo en los niños. Investigaciones posteriores siguen sugiriendo esta relación.

Sin embargo, Schmidt afirmó que esto no significa que haya certeza de que tomar ácido fólico al inicio del embarazo reduzca el riesgo de tener un hijo con autismo. Los estudios que demuestran esta relación son observacionales, es decir, recopilan información sobre la ingesta de ácido fólico de la madre, pero no asignan aleatoriamente a las personas a tomar ácido fólico o no.

“No sabemos si es causal”, dijo Schmidt. “La única manera de saber si existe una verdadera asociación causal es mediante un estudio aleatorizado, doble ciego y controlado”. No se considera ético asignar aleatoriamente a personas a no recibir ácido fólico, dijo, pero ella ha considerado un ensayo que asigne aleatoriamente a las personas diferentes dosis de ácido fólico.

Lee señaló que un desafío de la investigación en epidemiología nutricional es que los nutrientes “tienden a viajar en grupos”. Las personas que consumen suficiente folato probablemente también consumen alimentos más saludables en general. Y también son más propensas a adoptar otros hábitos saludables, como hacer ejercicio y dormir bien. “Entonces, cuando se atribuye toda la responsabilidad a un solo suplemento, ¿es realmente cierto, o es posible que otro se esté sumando, o podría ser simplemente que las personas son más saludables para empezar?”, preguntó.

Desde hace tiempo, en las redes sociales, abundan las afirmaciones sobre la necesidad de tomar formas específicas de folato, además del ácido fólico, según la presencia de ciertas variantes genéticas. Como ya hemos escrito, no hay evidencia que respalde estas recomendaciones. En el contexto del autismo, Schmidt afirmó que sería valioso comprender mejor cómo las diferentes variantes genéticas afectan la dosis óptima de folato. Sin embargo, recomendó seguir las recomendaciones estándar sobre el ácido fólico.

“Ese sigue siendo el consejo que seguiría si estuviera embarazada”, dijo Schmidt. “Tomar un suplemento de ácido fólico de 400 [microgramos], además de comer verduras de hoja verde, frutas cítricas y productos con folato”.

Pruebas “muy débiles” sobre el ácido folínico en niños autistas

El Wall Street Journal también informó que el informe del HHS destacaría una forma de folato, llamada ácido folínico o leucovorina, “como una forma de disminuir los síntomas del autismo”. A pesar de la variedad de noticias presentando anécdotas positivas, existe muy poca evidencia que respalde el uso de ácido folínico en niños con autismo.

“Las pruebas que respaldan el ácido folínico como tratamiento para el autismo son muy débiles”, nos dijo por correo electrónico David S. Mandell, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania y director del Centro de Salud Mental de Pensilvania. Mandell forma parte del comité ejecutivo de la Coalición de Científicos del Autismo.

Las pruebas constan de cinco ensayos clínicos pequeños, explicó, con un número de participantes que oscila entre 19 y 80 personas. “Cuanto más grandes son, menor es el efecto que encuentran”, afirmó. Añadió que la mayoría de los estudios “evalúan muchos, muchos resultados, sin ajustar estadísticamente por el hecho de que lo están haciendo”. Cuantos más resultados se evalúan, mayor es la probabilidad de que un resultado positivo se produzca simplemente por casualidad. Mandell también señaló que algunos estudios “utilizan estadísticas inapropiadas para un ensayo aleatorizado”.

“Realmente no hay mucha evidencia en ninguna dirección”, dijo Schmidt al preguntarle sobre el potencial del ácido folínico como tratamiento para el autismo. “Simplemente, no se han realizado muchos estudios sólidos, rigurosos y extensos sobre ese tema”, dijo. Añadió que creía que había margen para que la hipótesis “se siguiera investigando”.

En EE. UU., el pequeño ensayo clínico que demostró el efecto del ácido folínico en el lenguaje de niños con autismo fue cancelado por “incumplimiento del investigador”, según el registro del estudio en ClinicalTrials.gov. El patrocinador del estudio, la Universidad de Arkansas para Ciencias Médicas, “no pudo supervisarlo completamente ni resolver las dudas pendientes” y no pudo validar completamente los datos, según el registro del estudio.

El ácido folínico en dosis altas está disponible con receta médica, conocido como leucovorina, y se utiliza como parte de los tratamientos contra el cáncer. Como anécdota, algunos padres de niños autistas buscan ácido folínico a la venta como suplemento, el cual no requiere receta médica. En EE. UU., los suplementos, a diferencia de los medicamentos, no necesitan la aprobación de la FDA como seguros y eficaces, y la supervisión de su calidad es limitada.

“Hay una larga historia de la venta informal de suplementos para su uso, y no está necesariamente basada en la medicina”, dijo Lee.


Traducción de Google Translate editada por Catalina Jaramillo.

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