P: ¿Es cierto que el presidente Donald Trump resolvió siete guerras en siete meses?
R: Trump ha dicho que él puso fin a seis o siete guerras desde su regreso a la Casa Blanca en enero. Expertos en relaciones internacionales afirman que el presidente ha tenido un papel importante en terminar los combates en cuatro conflictos, aunque las autoridades de un país refutan la afirmación de Trump. Pero algunos de los desacuerdos internacionales que Trump menciona no han sido guerras y algunos enfrentamientos no han terminado, según los expertos.
RESPUESTA COMPLETA
En los últimos meses, el presidente Donald Trump ha afirmado en numerosas ocasiones que su intervención ha resultado en el fin de múltiples guerras en todo el mundo. Los expertos afirman que Trump ha desempeñado un papel clave en el fin de las batallas en algunos conflictos, pero otros ejemplos que cita Trump no son guerras y algunas hostilidades continúan.
“He detenido seis guerras (…) casi una guerra al mes en promedio”, afirmó Trump, el 26 de julio, en un video en Truth Social. Semanas después, el 18 de agosto, repitió la afirmación en una reunión en la Casa Blanca con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, donde dijo: “Terminé seis guerras. (…) Y creo que esta, también la vamos a resolver”, refiriéndose a la guerra entre Ucrania y Rusia, que aún continúa. Al día siguiente, en una entrevista en Fox & Friends, el presidente aumentó la cuenta: “He resuelto siete guerras. Hemos puesto fin a siete guerras”, dijo.
El presidente también afirmó, el 25 de agosto, que utilizó la amenaza de los aranceles para presionar a los países a sentarse a la mesa de negociaciones. “De las siete guerras que detuve, cuatro de ellas se debieron a que tenía aranceles y comercio y pude decir: ‘Bueno, si hacen esto, si van a luchar y quieren matar a todos, está bien, pero les voy a cobrar un arancel del 100 % cuando comercien con nosotros’”. ¿Y saben qué? Todos se rindieron. Detuve siete guerras, muchas de ellas por los aranceles”.
Recibimos varios correos electrónicos de lectores preguntando si las afirmaciones de Trump sobre la paz son ciertas y, de ser así, a qué guerras puso fin.
Trump se ha atribuido el mérito de resolver los conflictos entre India y Pakistán, Israel e Irán, Egipto y Etiopía, Tailandia y Camboya, Serbia y Kosovo, Ruanda y la República Democrática del Congo, y Armenia y Azerbaiyán. Expertos o los líderes de estos países han dicho que Trump ha contribuido con éxito a poner fin a los enfrentamientos entre Israel e Irán, Tailandia y Camboya, Armenia y Azerbaiyán, y Pakistán e India, aunque los líderes indios refutan esta afirmación.
Desde su primer mandato en la Casa Blanca, Trump ha expresado su interés en ganar el Premio Nobel de la Paz, y ha mencionado con frecuencia las veces que ha sido nominado, como hemos escrito. En los últimos meses, ha sido nominado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y por los gobiernos de Pakistán y Camboya, y varios líderes mundiales que han visitado la Casa Blanca lo han declarado merecedor del honor.
Pero el 20 de junio, en una publicación en Truth Social, Trump dijo que no esperaba recibir el honor internacional. “No, no recibiré un Premio Nobel de la Paz, haga lo que haga, incluyendo Rusia/Ucrania e Israel/Irán, sean cuales sean esos resultados, pero la gente lo sabe, ¡y eso es todo lo que me importa!”. Ese día, en declaraciones a la prensa, también dijo: “No me darán un Premio Nobel de la Paz porque solo se lo dan a los liberales”.
Evelyn Farkas, directora ejecutiva del Instituto McCain, una institución no partidista, de la Universidad Estatal de Arizona, nos comentó en una entrevista telefónica que Trump está “demostrando un gran enfoque en esfuerzos por la paz, lo cual es loable. Y en los casos en que puede obtener resultados rápidos, ha tenido éxito”. Pero en otros conflictos, “se trata de desacuerdos profundos y fundamentales que no se prestan a una diplomacia rápida”.
Aquí abordaremos el resultado de los intentos de Trump por resolver los conflictos en cada caso.
Nos comunicamos con la Casa Blanca para obtener información que respaldara las afirmaciones de Trump sobre su intervención en Egipto y Etiopía, y en Serbia y Kosovo, pero un portavoz de la Casa Blanca no respondió a nuestras preguntas específicas. “El presidente Trump se refería a los siete conflictos que ha destacado en numerosas ocasiones, incluyendo múltiples guerras que duraron más de 30 años antes de que el presidente interviniera y detuviera las matanzas”, declaró el portavoz en un correo electrónico. “También se refería a los conflictos que habrían estallado si no hubiera intervenido para mantener la paz mediante los Acuerdos de Abraham y otras medidas”.
India y Pakistán
Un ataque terrorista que mató a 26 personas en la disputada región fronteriza de Cachemira en abril desencadenó días de intensos ataques con drones y misiles entre India y Pakistán. Ambas partes acordaron un alto el fuego el 10 de mayo.

En la instalación de una nueva asta de bandera en la Casa Blanca el 18 de junio, Trump afirmó que “detuve la guerra entre Pakistán y la India. (…) Y se estaban enfrentando, y ambos son países con armas nucleares. Yo logré detenerla”.
En una reunión de gabinete el 26 de agosto, Trump relató cómo advirtió a los líderes de India y Pakistán que su conflicto traía el riesgo de aranceles más altos y una reducción del comercio con los EE. UU. “Estoy hablando con un hombre muy estupendo, [el primer ministro Narendra] Modi de India. Y le pregunto, ¿qué está pasando entre ustedes y Pakistán? Luego estoy hablando con Pakistán, sobre comercio. Dije, ¿qué está pasando entre ustedes y la India? (…) No quiero hacer un acuerdo comercial con ustedes. Van a tener una guerra nuclear. Ustedes van a terminar en una guerra nuclear. Y fue muy importante para ellos. Dije, llámenme de nuevo mañana, pero no vamos a hacer ningún acuerdo con ustedes, o les vamos a poner aranceles muy altos”.
Pero el gobierno indio negó que Estados Unidos tuviera un rol en la negociación del alto el fuego. El secretario de Relaciones Exteriores, Vikram Misri, dijo: “Las conversaciones sobre el cese de la acción militar se llevaron a cabo directamente entre India y Pakistán mediante los canales existentes entre ambos ejércitos”, informó la BBC.
Misri dijo que Modi le dijo a Trump que durante el conflicto, “no se mantuvieron conversaciones a ningún nivel sobre el acuerdo comercial entre India y Estados Unidos ni sobre la mediación entre India y Pakistán por parte de Estados Unidos”, informó también la BBC.
Sin embargo, el gobierno pakistaní anunció el 20 de junio que nominaría a Trump al Premio Nobel de la Paz 2026 “en reconocimiento a su decisiva intervención diplomática y liderazgo crucial durante la reciente crisis entre India y Pakistán. (…) En un momento de intensa turbulencia regional, el presidente Trump demostró una gran visión estratégica y una excepcional habilidad política mediante una sólida colaboración diplomática con Islamabad y Nueva Delhi, que redujo la escalada de una situación que se deterioraba rápidamente, logrando finalmente un alto el fuego y evitando un conflicto más amplio entre los dos estados nucleares que habría tenido consecuencias catastróficas para millones de personas en la región y más allá”.
Un artículo de Christopher Clary, del Centro Henry L. Stimson, un centro de estudios sobre política exterior, afirmó que el conflicto “concluyó con una importante intervención diplomática, principalmente por parte de Estados Unidos”, liderada por el secretario de Estado, Marco Rubio. Clary, profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad de Albany, escribió que Estados Unidos sí tuvo “un papel importante en la gestión de la crisis, especialmente en las últimas horas de la crisis” entre India y Pakistán. “Si bien es concebible que otro actor pudiera haber desempeñado este papel como comunicador elegido de ambos combatientes, y algunos terceros sí desempeñaron un papel en la diplomacia de la crisis, ninguno de esos actores alternativos parece haber participado con la misma eficacia que Estados Unidos”.
Israel e Irán
El 13 de junio, Israel inició una serie de ataques aéreos contra Irán para desactivar su capacidad nuclear, atacando instalaciones militares y de enriquecimiento de uranio, y asesinando a líderes militares y científicos. Irán respondió con ataques con misiles balísticos contra ciudades israelíes. Estados Unidos se unió al conflicto el 21 de junio, lanzando bombas antibúnker que dañaron gravemente las principales instalaciones nucleares iraníes, como ya hemos escrito. Irán respondió con un ataque con misiles controlados contra una base aérea estadounidense en Catar.
Funcionarios qataríes sirvieron como intermediarios en nombre de Estados Unidos para llevar una propuesta de alto el fuego, firmada por Israel, a Irán, según informó el New York Times.

El 24 de junio se anunció un alto el fuego, en el que tanto Israel como Irán se atribuyeron la victoria en la guerra de 12 días, y Trump se atribuyó el mérito. “¡Tanto Israel como Irán querían detener la guerra por igual! Fue un gran honor para mí destruir todas las instalaciones y capacidades nucleares, y luego, ¡PARAR LA GUERRA!”, escribió Trump en Truth Social.
Farkas, del Instituto McCain, nos dijo: “Le daría crédito a [Trump] por poner fin a la guerra. Era una guerra: se estaban lanzando misiles unos contra otros”, la guerra fue “declarada por ambos bandos y Trump intervino. Él recibe el mérito por ello.”
Farkas, quien se desempeñó como subsecretaria adjunta de Defensa durante la administración Obama, afirmó que las acciones de Trump tuvieron éxito en varios aspectos. “El hecho de que interviniera con acciones militares directas fue un factor contribuyente”, afirmó. “También existía la amenaza de que si no actuaban” para alcanzar un alto el fuego, él “actuaría”. En el caso de Israel, Estados Unidos podía retirar el apoyo armamentístico y en el caso de Irán, existía la amenaza de nuevos ataques punitivos por parte de Estados Unidos, afirmó Farkas.
Farkas también reconoce el mérito de la administración Trump por “mantener los esfuerzos en curso” para iniciar conversaciones con Irán sobre la reducción de su actividad de enriquecimiento de uranio.
Egipto y Etiopía
“Otro caso es el de Egipto y Etiopía, y su disputa por una enorme presa que está afectando al magnífico río Nilo. Hay paz, al menos por ahora, gracias a mi intervención, ¡y así se mantendrá!”, afirmó Trump el 15 de julio en una publicación en Truth Social, donde relataba sus supuestos logros en la pacificación entre India, Pakistán y otros países.

Trump se refería al proyecto multimillonario de Etiopía, la Gran Presa del Renacimiento Etíope, construida en el Nilo Azul, un afluente del río Nilo, para satisfacer las necesidades de energía eléctrica de la creciente población del país. Etiopía ha anunciado que el proyecto está finalizado y se inaugurará en septiembre. Sin embargo, Egipto, que ya sufre escasez de agua, se encuentra río abajo de la presa y considera el proyecto una amenaza para su seguridad hídrica.
La presa lleva años en construcción, pero ambas naciones no han llegado a un acuerdo sobre el uso del agua. Ambas partes han insinuado que recurrirán a la acción militar, según informó Associated Press en 2020, pero las tensiones por la presa nunca han llegado al punto de una guerra.
Respecto a la afirmación de Trump de haber logrado la paz entre Egipto y Etiopía, Farkas, del Instituto McCain, afirmó: “Ni siquiera tengo conocimiento de que haya una guerra abierta. No se puede afirmar que se ha puesto fin a una guerra si esta no ha ocurrido”.
“Si has ayudado a resolver una disputa, puedes atribuirte el mérito de eso”, añadió Farkas.
Pero después de 13 años de negociaciones, no ha habido informes de un acuerdo entre Egipto y Etiopía sobre la presa y los derechos de agua del río Nilo.
Tailandia y Camboya
Tailandia y Camboya iniciaron un conflicto armado de cinco días el 24 de julio a lo largo de su disputada frontera, tras las heridas sufridas por cinco soldados tailandeses en la explosión de una mina terrestre. El conflicto fronterizo causó al menos 41 muertos y más de 260.000 desplazados, según informó Associated Press. Ambas naciones anunciaron un alto el fuego el 28 de julio tras una cumbre en Malasia.
Trump se atribuyó la resolución del conflicto el 28 de julio, en una publicación de Truth Social, donde anunció que “tras la intervención del presidente Donald J. Trump, ambos países han alcanzado un ALTO AL FUEGO y la PAZ”. En una reunión de gabinete, el 26 de agosto, Rubio declaró que Trump “simplemente tomó el teléfono y les dijo que dejaran de pelear” y que “en 72 horas, el combate había terminado”.

Este enfrentamiento fue la versión más reciente de una disputa territorial que se ha prolongado durante décadas entre ambas naciones, en particular por la propiedad de varios templos centenarios en territorios fronterizos en disputa. Ambos países protagonizaron “múltiples enfrentamientos mortales entre 2008 y 2011”, al tiempo que expandían sus estrategias de seguridad en la región, según expertos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Antes del reciente estallido de violencia, los dos países se enfrentaban a una posible tasa arancelaria del 36 % sobre las importaciones estadounidenses de sus productos, una tasa que Trump anunció el 7 de julio, diciendo que entraría en vigor el 1 de agosto.
En una serie de publicaciones en Truth Social, Trump relató sus conversaciones con el primer ministro camboyano, Hun Manet, y el primer ministro interino tailandés, Phumtham Wechayachai. El 26 de julio, Trump escribió que Estados Unidos “casualmente está negociando Acuerdos con ambos Países, pero no quiere llegar a ningún Acuerdo, con ninguno de los Países, si están en conflicto. ¡Y se lo he dicho!”.
Tras la llamada de Trump con el líder de Tailandia, Trump publicó que “Tailandia, al igual que Camboya, desea un inmediato Alto el Fuego y PAZ”. Trump llamó entonces al líder de Camboya y anunció en Truth Social que Camboya también buscaba “un Alto el Fuego inmediato y Paz”, así como la reanudación de las negociaciones comerciales con Estados Unidos. Trump reiteró que sería “inapropiado” hacer negociaciones comerciales antes de que cesaran las hostilidades, pero finalmente anunció que ambos países “acordaron reunirse de inmediato y negociar rápidamente un Alto el Fuego”.
El 28 de julio, el primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, medió en una reunión en Malasia entre los líderes tailandeses y camboyanos, “coorganizada por Estados Unidos con la participación activa de la República Popular China, para promover una solución pacífica a la situación actual”. Los líderes malasios, tailandeses y camboyanos emitieron una declaración conjunta sobre el acuerdo, en la que reconocieron a Trump por estar “en contacto con los líderes de ambos países, instándolos a encontrar una solución pacífica a la situación”.
El 7 de agosto, el primer ministro camboyano nominó a Trump para el Premio Nobel de la Paz, escribiendo: “La extraordinaria capacidad política del presidente Trump, marcada por su compromiso de resolver conflictos y prevenir guerras catastróficas mediante una diplomacia visionaria e innovadora, se demostró recientemente en su papel decisivo en la negociación de un alto el fuego inmediato e incondicional entre Camboya y Tailandia”, como informó el New York Times.
Algunos expertos afirmaron que la presión arancelaria de Trump impulsó las negociaciones para un alto el fuego. Ken Lohatepanont, analista político y doctorando de la Universidad de Michigan, declaró a AP que “la decisión del presidente Trump de condicionar la conclusión exitosa de estas conversaciones [comerciales] a un alto el fuego probablemente influyó significativamente en asegurar que ambas partes se sentaran a la mesa de negociaciones”. Lohatepanont añadió que Tailandia estaba particularmente “apresurada a negociar” con Estados Unidos, ya que la posible tasa arancelaria del 36 % amenazaría la economía tailandesa.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, anunció el 30 de julio que Estados Unidos había alcanzado acuerdos comerciales con Tailandia y Camboya para fijar las tasas arancelarias sobre las importaciones estadounidenses de esos países en 19 %.
A pesar de los nuevos acuerdos comerciales y el alto el fuego, persisten las tensiones en la frontera entre Tailandia y Camboya, en particular por el uso de minas terrestres por parte de Camboya.
Serbia y Kosovo
Trump ha afirmado varias veces recientemente que una de las guerras que detuvo fue la de Serbia y Kosovo. “Iba a ser un desastre, y la detuve”, dijo en una entrevista radial el 19 de agosto. Pero eso exagera el papel que tuvo, durante su primer mandato, en una disputa en curso.
La Casa Blanca ha señalado un acuerdo de 2020, facilitado por Trump, para que los dos países normalicen las relaciones económicas.
La discordia entre Kosovo y Serbia se remonta a más de un siglo, a la creación de la antigua Yugoslavia. Este país estaba compuesto por seis repúblicas: Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia, que incluían dos regiones autónomas, Voivodina al norte y Kosovo al sur.

La población de este país heterogéneo era una mezcla de grupos étnicos y religiosos.
Kosovo, que limita con Albania, es mayoritariamente albanés y musulmán.
Serbia es principalmente ortodoxa cristiana.
Cuando Yugoslavia comenzó a desmoronarse a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, “los líderes políticos utilizaron la retórica nacionalista para erosionar una identidad yugoslava común y alimentar el miedo y la desconfianza entre diferentes grupos étnicos”, según el Tribunal Penal Internacional de las Naciones Unidas para la ex Yugoslavia, que fue creado para abordar los crímenes de guerra que abarcaron la mayor parte de la década de 1990.
Las crecientes tensiones entre Serbia y Kosovo estallaron en 1998, cuando Serbia reprimió una insurgencia en Kosovo, “que incluyó atrocidades generalizadas contra la población civil”, según la Oficina del Historiador del Departamento de Estado. La OTAN entró entonces en acción “para detener y revertir la catástrofe humanitaria que se estaba desatando”, declaró.
En junio de 1999, Serbia había acordado retirarse de Kosovo en el Acuerdo de Kumanovo, el primer acuerdo entre Kosovo (que declaró su independencia en 2008) y Serbia. Un diálogo liderado por la UE culminó en un acuerdo en 2013 que normalizó las relaciones entre ambos gobiernos. Durante el primer mandato de Trump, ambos países firmaron un acuerdo en 2020 en la Casa Blanca para normalizar sus relaciones económicas.
Pero las tensiones persisten entre los dos países, y la OTAN mantiene tropas allí, en parte, para “disuadir la reanudación de las hostilidades”.
Algunos expertos han tomado nota de las reiteradas referencias de Trump al conflicto entre Serbia y Kosovo y consideraron que esto podría sugerir que el presidente está interesado en renovar el papel de Estados Unidos allí.
“Si bien la segunda administración Trump no ha mostrado interés en mediar en las conversaciones entre Kosovo y Serbia hasta la fecha, ha demostrado ser impredecible en sus iniciativas diplomáticas”, escribió Agon Maliqi, miembro senior del Centro Europeo del Consejo Atlántico, en un artículo del 25 de agosto. “La administración Trump podría, por ejemplo, eventualmente involucrarse en este tema para buscar una victoria en política exterior si el progreso en las iniciativas de paz en otros lugares resulta difícil de alcanzar”.
Ruanda y el Congo
Ruanda y la República Democrática del Congo también tienen una historia larga y tortuosa: la suya se remonta al genocidio ruandés de 1994.
Y también han logrado varios acuerdos a lo largo de los años.
En este caso, sin embargo, la violencia en el Congo cerca de la frontera con Ruanda había aumentado recientemente, y la administración Trump negoció un acuerdo de paz.
La violencia ha ido aumentando desde que el grupo paramilitar rebelde M23 (al que la ONU ha identificado como receptor de apoyo de Ruanda, aunque Ruanda lo niega) comenzó a apoderarse de territorio congoleño en 2022. En enero de este año, el M23 tomó el control de la ciudad congoleña de Goma.

El 27 de junio, los ministros de Relaciones Exteriores de Ruanda y el Congo firmaron el acuerdo de paz negociado por Estados Unidos y se reunieron en la Casa Blanca con Trump.
El acuerdo requería que ambos países apoyaran las negociaciones en curso entre el Congo y el M23 y “apoyaran la retirada, el desarme y la integración de los grupos armados no estatales”.
Pero en cuestión de semanas, “al menos 319 civiles fueron asesinados por combatientes del M23, ayudados por miembros de la Fuerza de Defensa de Ruanda” en la provincia congoleña de Kivu del Norte, según informó la ONU.
Human Rights Watch informó sobre la misma campaña armada, que, según afirmó, ocurrió entre el 10 y el 30 de julio.
Trump tiene razón cuando dice que su administración negoció un acuerdo de paz. Pero se excede al decir: “Vas a África, el Congo y Ruanda, llevan 31 años luchando. Y yo lo resolví todo, todo resuelto. Estaban todos contentos, todos se asentaron. Nadie está matando a nadie”, como dijo en una entrevista el 19 de agosto.
Armenia y Azerbaiyán
El conflicto entre los estados vecinos de Armenia y Azerbaiyán también se remonta a décadas atrás y se centra en tensiones étnicas que comenzaron en 1923, cuando la Unión Soviética creó una región autónoma, llamada Nagorno-Karabaj, dentro de Azerbaiyán que estaba poblada principalmente por personas étnicamente armenias.
“La legislatura regional de Nagorno-Karabaj aprobó una resolución en 1988 declarando su intención de unirse a la República de Armenia a pesar de su ubicación oficial dentro de Azerbaiyán. Los enfrentamientos armados entre ambas repúblicas, con un largo historial de tensión étnica, se produjeron rápidamente”, según explicó el Consejo de Relaciones Exteriores.
En 1994, un cese del fuego negociado por Rusia dejó a Nagorno-Karabaj esencialmente independiente, y la zona ha permanecido en una situación de tensión.

En 2020, estalló la guerra en la región y “el 20 de septiembre de 2023, Azerbaiyán reafirmó el control sobre Nagorno-Karabaj”, escribió el Servicio de Investigación del Congreso en un informe el mes siguiente.
Las negociaciones de paz que siguieron fueron lentas y frágiles, escribió Thomas de Waal, investigador principal de Carnegie Europe especializado en Europa del Este y el Cáucaso, en un comentario publicado en septiembre de 2024.
El 8 de agosto, los líderes de Armenia y Azerbaiyán se reunieron en la Casa Blanca y acordaron buscar la paz, firmando lo que la administración Trump llamó una “declaración conjunta sobre los resultados de la cumbre de la ruta Trump para la paz y la prosperidad internacionales”.
“Sin embargo, la declaración conjunta no constituye un acuerdo de paz definitivo”, según explicaron dos exembajadores estadounidenses en Azerbaiyán en un artículo para el Atlantic Council. “No pone fin por sí sola al conflicto que se convirtió en una guerra abierta entre las dos exrepúblicas soviéticas durante los últimos días de la Unión Soviética”.
Más bien, la declaración conjunta dice que el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, y el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, han iniciado un plan de paz.
“En este sentido, reconocimos la necesidad de continuar con nuevas acciones para lograr la firma y ratificación final del Acuerdo, y enfatizamos la importancia de mantener y fortalecer la paz entre nuestros dos países”, dice la declaración conjunta.
Ambos líderes elogiaron a Trump por negociar el acuerdo e indicaron que continuarían buscando la paz.
Cuando Trump dice que “acabamos de terminar la guerra” entre Armenia y Azerbaiyán, es cierto que negoció un acuerdo y consiguió que los dos países se comprometieran con la paz, pero el acuerdo aún no ha sido adoptado en su totalidad.
Traducción de Google Translate editada por Catalina Jaramillo.
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