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SciCheck’s COVID-19/Vaccination Project

Proteína pico generada por vacuna contra el COVID-19 es segura, contrario a declaraciones que circulan viralmente


This article is available in both English and Español

Compendio SciCheck

Cientos de millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 se han administrado en forma segura en Estados Unidos en los últimos seis meses. No hay evidencia para indicar que las proteínas pico generadas por las células humanas luego de una vacunación son toxinas o que circulan por el cuerpo y dañan tejidos, contrario a lo que dijo recientemente un inmunólogo canadiense. 


Historia completa

Todas las vacunas contra el COVID-19 actualmente aprobadas en Estados Unidos están diseñadas para instruir a las células humanas a producir proteínas pico inocuas, imitando a la proteína viral que el SARS-CoV-2 utiliza para entrar a las células. Cuando el sistema inmunitario reconoce las proteínas, que normalmente no se encuentran ahí, comienza a generar anticuerpos y a preparar una respuesta inmunitaria contra ellas. El proceso prepara al cuerpo contra una futura infección. 

Estas vacunas han mostrado ser efectivas y seguras en ensayos clínicos con decenas de miles de participantes, y fuera de ellos, en condiciones reales con sobre 325 millones de dosis administradas

De acuerdo a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), “la supervisión de seguridad más intensiva en la historia de EE.UU.” ha detectado que la mayoría de los efectos secundarios notificados luego de las vacunas contra el COVID-19 son menores, tales como dolor en el lugar del pinchazo o fiebre. Reacciones adversas graves a las vacunas han sido muy poco frecuentes

Sin embargo, un inmunólogo y virólogo canadiense recientemente afirmó que la proteína pico de las vacunas es “una proteína patógena”, “una toxina” que entra a la sangre, luego se acumula en la leche materna y en un “número de tejidos” y puede llevar a daños cardiovasculares y neurológicos en adultos, niños y bebés. 

“Cometimos un gran error”, dijo Byram Bridle, inmunólogo y profesor asociado a la Escuela Veterinaria de la Universidad de Guelph en Ontario, durante una entrevista con la celebridad canadiense Alex Pierson el 27 de mayo. “Pensamos que la proteína pico era un gran antígeno para usar como blanco, pero nunca supimos que la proteína pico por sí sola era una toxina y una proteína patógena. Entonces al vacunar a la gente estamos inoculando, sin saber, una toxina.”

De acuerdo a su perfil, la investigación de Bridle se enfoca en bioterapias para el tratamiento del cáncer y en la forma en que el organismo responde frente a los virus. Desde el comienzo de la pandemia, su laboratorio ha estado intentando desarrollar vacunas contra los coronavirus, para lo cual recibió una subvención de 230.000 dólares del gobierno de Ontario.

La entrevista de Bridle fue publicada por varias publicaciones, incluyendo una de la organización antivacunas de Robert F. Kennedy, Jr., hijo del fallecido fiscal general del mismo nombre. Segmentos de la entrevista se difundieron ampliamente en plataformas de redes sociales en inglés y español

Pero investigadores y funcionarios de la salud le dijeron a FactCheck.org que no hay ningún “error” y que no hay pruebas científicas que apoyen las aseveraciones de Bridle. 

No hay evidencia de que la proteína pico en vacunas “sea tóxica o que permanezca a cualquier nivel tóxico en el cuerpo luego de una vacunación”, nos dijo un portavoz de la FDA en un correo electrónico. 

Jason McLellan, un biólogo estructural de la Universidad de Texas en Austin que ha estudiado la proteína pico en otros coronavirus por años y cuyo trabajo fue fundamental para el desarrollo de las vacunas contra el COVID-19, dijo que las aseveraciones de Bridle no son correctas. 

“La proteína pico no es patógena. No es una toxina”, nos dijo McLellan en un correo electrónico. “No he visto ninguna información que apoye lo que asevera Bridle.”

No hay evidencia que la proteína pico generada por la vacuna permanezca en la sangre

Bridle, quien dijo en el programa radial que es “muy pro-vacunas”, dijo que sus aseveraciones están “completamente apoyadas por publicaciones científicas con revisión de pares en revistas científicas bien conocidas y bien respetadas”. 

Pero los autores de dos de los estudios que cita nos dijeron que sus hallazgos no respaldan las declaraciones de Bridle. 

“Bridle está tomando nuestros resultados y malinterpretando los completamente”, dijo David R. Walt, académico de la Escuela de Medicina de Harvard y del Wyss Institute for Biologically Inspired Engineering de Harvard, quien coescribió un estudio que encontró antígeno de la vacuna contra el SARS-CoV-2 circulando en el plasma de receptores de la vacuna. 

El estudio, publicado en Clinical Infectious Diseases en mayo, recogió plasma de 13 trabajadores de la salud del hospital de Brigham y el Hospital de Mujeres de Boston quienes habían recibido dos dosis de la vacuna de ARNm. Los investigadores detectaron niveles de proteína del SARS-CoV-2 tan pronto como un día después de la primera dosis en 11 de los 13 participantes. 

Bridle presenta el estudio como evidencia que la proteína pico entra al torrente sanguíneo. 

Dosis de vacunas contra el COVID-19 disponibles en el bus clínica móvil de Walgreens en Los Ángeles. (Foto por Mario Tama/Getty Images)

Walt nos dijo en un correo electrónico que el objetivo del estudio era ver si una tecnología de detección ultrasensible, una matriz de una sola molécula o single-molecule array (SIMOA), podía detectar la circulación de antígeno producido por la vacuna de ARNm, para demostrar que la vacuna estaba funcionando tal como fue diseñada. 

“Encontramos que pudimos detectar concentraciones extremadamente bajas de S1 (una subunidad de la proteína pico) en 11 de 13 individuos vacunados sanos y la proteína completa en 3 de los 13”, dijo en un correo, explicando que la tecnología que utilizan es mil veces más sensible que una prueba común de antígeno, “por lo que estamos detectando cantidades ínfimas de las proteínas pico y S1” (el énfasis es suyo). 

“Detectamos que a un par de días de que el antígeno apareciera, los individuos desarrollaron anticuerpos que removieron los antígenos de la sangre”, agregó. “Nuestra conclusión fue que la vacuna está funcionando como fue planeada”.  

Walt, que es profesor de patología, agregó que no hay evidencia de que la proteína pico es una proteína patógena que causa daño en varios tejidos. 

“COVID, por otro lado, es conocido por tener efectos importantes en muchos tejidos y órganos”, dijo. “El mensaje más importante es que más de 400 millones de dosis de las vacunas de ARNm han sido administradas con muy pocas consecuencias graves. Es increíblemente segura”. 

Un segundo estudio que Bridle usa para apoyar sus aseveraciones es uno realizado por Pfizer. En la entrevista radio con Pierson, Bridle dice que él y “otros colaboradores internacionales” obtuvieron un documento a través de una solicitud de información a una agencia reguladora japonesa, diciendo que muestra por “la primerísima vez” adónde “va” el ARNm de las vacunas “después de la vacunación”.

“¿Es seguro asumir que se queda en el músculo del brazo? La respuesta corta es, absolutamente no”, dice Bridle en el programa radial. “La proteína pico entra en la sangre, circula en el torrente sanguíneo en individuos por varios días después de la vacunación, se acumula … en un número de tejidos tales como en el bazo, la médula, el hígado, las glándulas renales … y en concentraciones bastantes grandes, en los ovarios”, dijo. 

Keanna Ghazvini, portavoz de Pfizer, nos dijo en un correo electrónico que el documento al que se refiere Bridle, que está principalmente en japonés, es un estudio farmacocinético de la vacuna de la compañía. Un estudio farmacocinético analiza la forma en que un fármaco se mueve por el cuerpo, incluyendo qué tan rápido los fármacos se absorben, metabolizan y se excretan. El documento fue “parte de la información presentada por Pfizer a PMDA (la versión japonesa de la FDA) para su revisión”, y está disponible públicamente en línea, dijo Ghazvini. 

“El documento es sobre el resumen farmacocinético visto por estudios de laboratorios y podemos confirmar que no es sobre la proteína pico de la vacuna resultando en toxinas peligrosas que persisten en el cuerpo”, dijo Ghazvini. 

De acuerdo a la declaración enviada a FactCheck.org por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), la proteína pico generada por la vacuna “no es secretada en la sangre ni circula en el torrente sanguíneo”. 

Proteína pico del virus vs. proteína pico generada por la vacuna

La proteína pico del virus y aquellas generadas por las vacunas son “esencialmente iguales”, nos dijo McLellan, el investigador de proteínas pico de la Universidad de Texas en Austin, explicando que tienen la misma función, estructura y forma de procesamiento. 

Sin embargo, dijo, hay “una diferencia clave” en que las proteínas pico codificadas por las vacunas “contienen 2 cambios de aminoácidos que ayudan a estabilizar la proteína en su conformación inicial y ayudan a prevenir que la proteína realice el cambio conformacional que es necesario para facilitar la fusión de las membranas”. 

Esto es porque la proteína pico del SARS-CoV-2 cambia de forma. Para fusionar su membrana viral con la membrana de la célula huésped, la proteína cambia su forma sustancialmente de una estado inestable pre-fusión a un estado estable post-fusión. Cuando, años atrás, McLellan trabajaba en una vacuna para el MERS, una enfermedad causada por otro coronavirus, él y otros descubrieron que al sumarle dos moléculas de prolina a la proteína pico, podrían inmovilizar la proteína en su estado pre-fusión, despertando una respuesta inmunitaria más efectiva y previniendo su entrada a la célula. La misma mutación inocua, llamada 2P, por las dos moléculas de prolina, es usada en las vacunas del SARS-CoV-2. 

Durante una infección con SARS-CoV-2, nos dijo el NIAID, la proteína pico del virus puede acoplarse a una célula humana, permitiendo que el virus las infecte. Con el virus vivo, la proteína se “conecta a los receptores en la superficie de las células y fusiona la membrana viral con la membrana de la célula huésped”, dijo McLellan. 

Pero las proteínas pico generadas por las vacunas no pueden hacer esa fusión, por estar inmovilizadas en su forma pre-fusión. 

“La proteína pico codificada por las vacunas de ARNm (Moderna y Pfizer/BioNTech) y la vacuna de J&J instruyen a las células de nuestros brazos (donde se pone la inyección) a producir proteínas pico que están atadas a la superficie de la célula. No son secretadas y no flotan a través del cuerpo”, dijo McLellan. 

De acuerdo a la declaración de NIAID, “la proteína pico es sólo detectable por un par de días después de la vacunación” en pruebas realizadas en animales.

No hay evidencia de que la proteína pico generada por la vacuna sea dañina

FactCheck.org contactó a Bridle para pedirle comentarios. En respuesta obtuvimos una respuesta automática de su correo electrónico diciendo que “no podía responder” porque “su carga de trabajo se ha vuelto difícil de manejar” después de la entrevista radial, que llevó a “violentos ataques por parte de algunos”. 

En dos documentos preparados en respuesta a la atención brindada por la entrevista, Bridle dice que el gobierno canadiense “debiera ser llamado a detener inmediatamente el programa de vacunación masivo para niños y adolescentes”, y que se necesita más información sobre seguridad y eficacia para el “uso de vacunas experimentales”. 

En mayo, Canadá autorizó el uso de la vacuna de Pfizer/BioNTech en niños de 12 a 15 años de edad, luego de haber autorizado la vacuna en jóvenes de 16 años y mayores en diciembre. La Sociedad Pediátrica Canadiense recomienda ofrecer la vacuna a “todos los niños y adolescentes de 12 años de edad y mayores tan pronto como la oferta de vacunas lo permita”.

En un documento publicado en junio, Bridle dice que las infecciones graves de SARS-CoV-2 “pueden causar daño al sistema cardiovascular” y “problemas neurológicos”. 

“La proteína pico del SARS-CoV-2 puede ser responsable de al menos parte del daño que ocurre en los casos graves de COVID-19”, dijo, citando un estudio publicado en marzo en Circulation Research.

El estudio, en el cual investigadores administraron un pseudovirus a hamsters, halló que la proteína pico “sola puede dañar células del endotelio vascular”. Pero como los autores mencionan, el uso de un pseudovirus es una limitación y los “hallazgos deben ser confirmados con el virus SARS-CoV-2” en el futuro. 

Es más, el estudio concluye que las vacunas no solo protegen a las personas de la infección del SARS-CoV-2, sino que también el daño al endotelio, una delgada membrana que cubre el interior del corazón y de los vasos sanguíneos.

De acuerdo a la declaración enviada a FactCheck.org por NIAID, si “suficiente exceso de proteína pico se excreta a la sangre y se ata a células humanas que expresan el receptor ACE2, una persona infectada podría en teoría sufrir síntomas adicionales. Sin embargo, esto es teorético; el mecanismo exacto por el cual una infección COVID-19 lleva a síntomas cardiovasculares es aún poco claro”. 

Susan Weiss, una investigadora de coronavirus y profesora de microbiología en la Escuela de Medicina Perelman en la Universidad de Pensilvania dice que “no hay mucho virus en la sangre luego de una infección con SARS2”. 

“Estoy muy segura de que la proteína pico no es una toxina”, dijo a FactCheck.org en un correo electrónico. “Es más, si la proteína pico inducida por la vacuna fuera patógena, ¿no veríamos bastante más enfermedades luego de la vacunación?”

Distorsión de estudio sobre transferencia de la vacuna a la leche materna 

Finalmente, Bridle dice que hay evidencia que el ARNm de las vacunas se transfiere por la leche materna, citando un estudio preimpreso, no revisado por pares aún, de Singapur que hizo pruebas con muestras de leche de diez trabajadoras de la salud vacunadas por la vacuna Pfizer/BioNTech. El estudio no publicado aún halló anticuerpos en la leche materna de todas las trabajadoras y “cantidades mínimas de ARNm de las vacunas”. 

“36 de 40 (90%) de las muestras no mostró niveles detectables de ARNm de las vacunas. La concentración más alta de ARNm de BNT162b2 [vacuna Pfizer/BioNTech] en las muestras sampleadas fue 2 ng/mL … un hipotético 0,667% de la dosis de la vacuna original transferido en 100 mL de leche materna”, dice el estudio. “Se espera que esta minúscula cantidad de ARNm sea destruida por las enzimas del intestino del bebé”, dicen los autores en la discusión. 

El estudio concluyó que “los individuos lactantes deben continuar amamantando” después de haber sido vacunadas. 

Bridle omite esta información en su documento de 37 páginas, diciendo en cambio que la detección de ARNm “fue minimizada”. 

“Ahora sabemos que la proteína pico entra en circulación. Cualquier proteína en la sangre se acumula en la leche materna”, dijo en el programa radial. “Mirando la base de datos de reacciones adversas en Estados Unidos, hemos encontrado evidencia de bebés lactantes sufriendo desórdenes en el aparato gastrointestinal”. 

Como hemos reportado, el Sistema de Notificaciones de Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) está diseñado para detectar posibles problemas, para eso está, pero no muestra si las vacunas causaron cualquiera de los problemas notificados. Cualquiera puede presentar una notificación de un evento a VAERS, incluso si no está claro que la vacuna causó el problema, y todas las notificaciones son aceptadas sin determinar si el evento fue causado por una vacuna. 

“En poco probable que suficiente proteína pico pueda acumularse en la leche materna como para tener impactos en los bebés que la consumen”, nos dijo la NIAID en una declaración. 

La doctora Jeannie Kelly, profesora asistente de obstetricia y ginecología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis y autora de un estudio sobre la presencia de anticuerpos al SARS-CoV-2 en la leche materna luego de una vacunación, nos dijo que no hay evidencia que apoye las aseveraciones de Bridle. 

“No medimos los niveles de proteína pico en nuestro estudio. Sin embargo, no hay evidencia que la proteína pico esté en la leche materna”, dijo Kelly en un correo electrónico. “Como con cualquier otra vacuna en una persona lactante, incluso si la proteína pico pudiera pasar a la leche, la proteína sería degradada por el ácido estomacal. Incluso si la proteína pico fuera absorbida por la sangre, no tiene ningún mecanismo de acción para causar ningún problema, tal como problemas de sangramientos”. 

De acuerdo a la página de los CDC hay limitada información disponible sobre la seguridad y los efectos de la vacunación en personas lactantes o en bebés lactantes porque los ensayos clínicos no incluyeron personas amamantando. Sin embargo, dice, basado en la información disponible “las vacunas contra el COVID-19 no se consideran un riesgo”. 

De hecho, estudios recientes muestran que amamantar después de recibir una vacuna puede brindarle protección al bebé. 

El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos y la Organización Mundial de la Salud animan a las mujeres que están amamantando a ponerse la vacuna. 

“No hay ningún riesgo porque las vacunas que están siendo usadas actualmente, ninguna de ellas tiene el virus vivo en ellas. Y entonces no hay ningún riesgo de transmisión a través de la leche materna. De hecho, los anticuerpos que tiene la madre pueden pasarse por la leche materna al bebé y puede que sirvan quizás para proteger al bebé un poquito. Pero no hay absolutamente ningún riesgo. Es muy seguro”, dice la científica jefa de la OMS doctora Soumya Swaminathan en un podcast producido por la organización.

Traducido por Catalina Jaramillo. 

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.