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Compendio SciCheck
Un controversial bloguero y presentador radial tergiversó las conclusiones de un informe médico al decir que un hombre de 86 años de edad falleció por causa de la vacuna contra el COVID-19. El principal autor del informe dijo que el anciano falleció de neumonía bacteriana y que “no hubo señal alguna de efecto secundario a la vacunación”.
Todas las vacunas autorizadas y aprobadas son efectivas en prevenir el COVID-19 grave.
Las vacunas eran altamente efectivas en prevenir la enfermedad con síntomas en las formas anteriores del coronavirus. Por ejemplo, la vacuna de Pfizer/BioNTech, que fue la primera vacuna contra el COVID-19 en recibiraprobación completa por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), mostró unaeficacia final de 91% contra la enfermedad sintomática en su ensayo de fase 3,es decir que bajo las condiciones del ensayo la vacuna redujo el riesgo de enfermarse en 91%.
La vacuna de Moderna mostró resultados similares en su ensayo clínico, con una eficacia final de 93%. Esta vacuna también fue aprobada por la FDA:
Johnson & Johnson, que probó su vacuna en parte en Sudáfrica cuando apareció lavariante beta,informó una eficacia de 66% en la prevención de COVID-19 moderado a grave y una eficacia de 85% en la prevención de COVID-19 grave a crítico en el ensayo clínico.
Estudios posteriores handemostrado que las vacunas son efectivas en condiciones reales,incluso contra la muy contagiosa variante delta. Sin embargo, a las vacunas no les ha idotan bien contra la variante ómicron y son mucho menos efectivas en prevenir infecciones o enfermedades moderadas. Pero las vacunas siguen siendo buenas en prevenir hospitalizaciones o muertes, particularmente si las personas reciben una dosis de refuerzo.
Las dosis de refuerzo están recomendadas para la mayoría de las personas, ya que estas aumentan y prolongan la protección contra enfermedad grave y también proporcionan alguna protección temporal contra la infección y la enfermedad moderada. Por ejemplo, un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades encontró que durante la ola de ómicron, los adultos que recibieron dos dosis de las vacunas de Pfizer/BioNTech o de Moderna tenían un riesgo 79% menor de morir o de necesitar un respirador artificial si estaban hospitalizados con COVID-19, en comparación con sus pares no vacunados. Aquellos que además recibieron una dosis de refuerzo tenían un riesgo 94% menor.
Las personas mayores de 50 años de edad y aquellos que están inmunodeprimidos también pueden recibir una segunda dosis de refuerzo.
Más de 500 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 han sido administradas en Estados Unidos y solo han aparecido unos pocos, e infrecuentes, problemas de seguridad. La gran mayoría de personas tiene efectos secundarios menores y temporales, tales como dolor en el lugar del pinchazo, cansancio, dolor de cabeza o dolor muscular, o ninguno de ellos. Como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han dicho, estas vacunas “se han sometido y continuarán siendo sometidas al monitoreo de seguridad más intensivo de la historia de EE. UU.”
Un pequeño número de reacciones alérgicas graves conocidas como anafilaxia, la cual puede suceder con cualquier vacuna, hanocurrido con las vacunas contra el COVID-19 autorizadas y aprobadas. Afortunadamente, estas reacciones son escasas, comúnmente ocurren a minutos de la inoculación y pueden ser tratadas. Aproximadamente 5 por millón de personas vacunadas sufren de anafilaxia tras recibir una vacuna contra el COVID-19, segúnlos CDC.
Todas las personas que reciban una vacuna deben permanecer en observación por 15 minutos luego de recibir la vacuna para asegurarse de que cualquier reacción alérgica sea identificada y tratada. Aquellos que hayan sufrido de anafilaxia o cualquier otro tipo de reacción alérgica a alguna vacuna o terapia inyectable deben ser monitoreados durante al menos media hora. Las personas que han tenido reacciones alérgicas serias a una primera dosis o a alguno de los ingredientes en las vacunas de Moderna, Pfizer/BioNTech o J&J no deberían ser vacunados. Quienes no deban recibir un tipo de vacuna contra el COVID-19 deben permanecer en observación por 30 minutos si es que reciben otro tipo de vacuna.
La evidencia indica que las vacunas de ARNm de Pfizer/BioNTech y de Moderna pueden infrecuentemente causar una inflamación al músculo cardíaco (miocarditis) o de la capa exterior que recubre el corazón (pericarditis), especialmente en hombres adolescentes o adultos jóvenes.
Al 7 de abril, los CDC dijeron que ha habido 2.341 informes preliminares de cualquiera de estas condiciones en personas menores de 30 años de edad vacunadas con cualquier vacuna contra el COVID-19. La mayoría de los casos, que se notifican por el Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) y no necesariamente significan que la vacuna causó el problema, son con las vacunas de Pfizer y Moderna y son más comunes entre varones jóvenes y luego de la segunda dosis.
Funcionarios de la salud han enfatizado que la miocarditis y pericarditis en conexión con las vacunas ocurren con muy poca frecuencia y que los beneficios de la vacunación aún superan los riesgos. Evidencia temprana sugiere que estos casos de miocarditis son menos graves que los comúnmente vistos. Los CDC también dijeron que la mayoría de los pacientes que recibieron atención “respondieron bien al tratamiento con medicamentos y al reposo y mejoraron rápidamente”.
La vacuna de Johnson & Johnson ha sido relacionada con un mayor riesgo a una condición infrecuente de coágulos sanguíneos con niveles bajos de plaquetas, principalmente en mujeres de entre 30 y 49 años de edad. Síntomas tempranos de la condición, conocida como síndrome de trombosis-trombocitopenia (TTS, por sus siglas en inglés) pueden aparecer incluso a tres semanas de la vacunación e incluyengraves o persistentes dolores de cabeza o visión borrosa, hinchazón de piernas, y “moretones que se producen fácilmente o pequeños puntos de acumulación de sangre debajo de la piel que se extienden desde la zona de la inyección”.
Hasta el 7 de abril, el síndrome había sido confirmado en 60 casos, incluyendo nueve muertes, luego de más de 18,6 millones de dosis administradas de la vacuna de Johnson & Johnson. Aunque el TTS sigue siendo raro, debido a la disponibilidad de vacunas de ARNm que no muestran vínculo con este serio efecto secundario, los CDC comenzaron a recomendar las vacunas de Pfizer/BioNTech y de Moderna, por sobre las de J&J el 16 de diciembre de 2021.
El 13 de julio de 2021, la FDA agregó advertencias a las hojasde información de la vacuna sobre un aumento observado en el riesgo de Síndrome de Guillain-Barré, un desorden en el cual el sistema inmunitario ataca a las células nerviosas. La mayoría de las personas que desarrollan el síndrome se recuperan completamente, pero en algunas el daño es permanente y la afección puede ser fatal.
Hasta el 7 de abril, ha habido cerca de 313 reportes preliminares del síndrome, también conocido como GBS por sus siglas en inglés. La mayoría de los casos ha ocurrido a dos semanas de la vacunación y en hombres, particularmente en varones de 50 años de edad o más.
Efectos secundarios comunes de las vacunas contra el COVID-19 incluyen dolor en el lugar del pinchazo, cansancio, dolor de cabeza, dolor muscular y fiebre.
Información de los ensayos clínicos de las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna también muestran que los efectos secundarios incluyen dolor de articulaciones y escalofríos. Estas reacciones son más probables luego de la segunda dosis de esas vacunas, administradas varias semanas después de la primera, y son más comunes y más intensas en personas jóvenes. Los efectos secundarios de la Johnson & Johnson también son más comunes en personas de entre 18 y 59 años de edad, e incluyen náuseas.
Como explican los CDC, estos efectos secundarios comunes son signos normales de que su cuerpo está comenzando a montar una respuesta inmunitaria y los síntomas deberían desaparecer en unos pocos días. Algunas personas no sienten efectos secundarios, y eso es normal también.
En raras ocasiones, las vacunas contra el COVID-19 pueden causar problemas más graves.
El informe médico publicado en internet en abril fue etiquetado como el “el primer caso de investigación post mortem a un paciente vacunado contra el SARS-CoV-2”, el coronavirus que causa el COVID-19. En el informe, los autores describieron el historial de un residente de un asilo de ancianos de 86 años de edad que falleció casi cuatro semanas después de recibir la primera dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech a comienzos de enero.
El hombre no exhibió ningún síntoma aparente por más de dos semanas después de la vacunación, pero a los 18 días fue hospitalizado con una diarrea que se agravaba. Siete días después de ser hospitalizado, dio positivo al SARS-CoV-2 (se cree que su compañero de habitación en el hospital lo contagió) y murió un día después.
Aunque al examinarlo se detectó el virus en varios de sus órganos vitales, los autores dijeron que el hombre no tenía síntomas de tener el COVID-19 (la enfermedad causada por el virus). Los autores concluyeron que la diarrea fue provocada por una colitis isquémica, enfermedad intestinal inflamatoria, y que la causa de muerte fue neumonía bacteriana y falla renal.
Los autores dijeron que los resultados de la autopsia “podrían sugerir que la primera vacunación induce inmunogenicidad” o una respuesta inmune, “pero no inmunidad estéril”, que es cuando el sistema inmune es capaz de evitar completamente que un virus cause una infección.
Pero algunas de las conclusiones del informe del caso fueron distorsionadas en una nota publicada el 13 de junio titulada “‘Bomba de tiempo global’ primer caso de investigación post mortem a un paciente vacunado contra el SARS-CoV-2; ‘ARN viral hallado en cada órgano del cuerpo’”.
El mensaje, compartido más de 8.000 veces en Facebook según CrowdTangle, fue publicado originalmente por Hal Turner, un presentador radial y bloguero de tendencia conservadora que ha empleado retórica del supremacismo blanco y ha difundido teorías de conspiración.
“La vacuna, si bien desató una respuesta inmune, NO IMPIDIÓ que el virus entrara a cada órgano del cuerpo”, subrayó. “El ARN viral fue hallado en prácticamente cada órgano del cuerpo, es decir, las proteínas pico también”.
Turner, quien admitió no ser doctor ni científico, dijo haber consultado a un especialista en enfermedades infecciosas de Nueva Jersey según el cual los resultados de la autopsia indican que todas las personas eventualmente tendrán efectos adversos por recibir la vacuna y que la vacuna no funciona o está causando que el virus se propague más rápidamente entre personas vacunadas.
“Esta es una BOMBA DE TIEMPO GLOBAL”, Turner dijo al citar al especialista no identificado.
Luego, Turner concluye que la vacuna precipitó la muerte del hombre.
“Si uno lee el artículo entero, la historia completa es: el paciente recibió la vacuna, provocó que lo hospitalizaran con colitis ulcerosa debido a coágulos sanguíneos, durante su hospitalización un compañero de habitación asintomático lo infectó y murió cuatro días después”, escribió Turner. “Mi conclusión: la vacuna llevó a este anciano a su fin”.
Sin embargo, en una declaración a FactCheck.org, el principal autor del informe médico dijo que Turner malinterpretó varios puntos.
Personal de salud prepara dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech. Foto por Jean-Francois Monier/AFP via Getty Images.
“Las conclusiones a las que llegó Turner a partir de nuestro informe del caso son absolutamente manipuladas y la mayor parte de las veces contradicen completamente nuestras sugerencias”, dijo el Dr. Torsten Hansen, adscrito al Instituto de Patología del Hospital Universitario OWL de la Universidad Bielefeld, sede Lippe, en Detmold, Alemania.
Hansen dijo que el paciente no tuvo “colitis ulcerosa debido a coágulos sanguíneos” inducidos por la vacuna, como Turner afirmó.
“El paciente no sufrió colitis ulcerosa sino colitis isquémica”, explicó Hansen.
La colitis isquémica ocurre cuando el flujo sanguíneo al intestino grueso se reduce temporalmente, causando daño al tejido de colon. En este caso, Hansen dijo que el paciente tenía historial de colitis isquémica y sufría de “arteriosclerosis grave”, la cual restringe el flujo sanguíneo a órganos y tejidos.
“En regiones específicas del intestino tales como la flexura cólica izquierda, esos vasos sanguíneos son particularmente susceptibles a sufrir daños por arteriosclerosis. Por lo tanto, la zona respectiva del intestino desarrolla una enfermedad inflamatoria, llamada colitis isquémica”, nos dijo.
“Es más, en la historia médica del paciente hallamos un diagnóstico similar de colitis isquémica de hace unos 15 años (no descrita en el informe). Además, no detectamos ARN viral en las muestras de tejido de la investigación endoscópica del intestino grueso. Al ver todo en conjunto, la colitis isquémica es la causa de la diarrea y no está inducida por la vacunación”.
En un correo electrónico posterior, Hansen escribió que “no hubo señal alguna de efecto secundario a la vacunación” en los órganos examinados. Hansen agregó que el paciente murió por neumonía bacteriana y que él y los otros autores del informe “creen que no hubo ningún efecto viral significativo”.
“Nuestro paciente, aunque dio positivo al SARS CoV2 no murió de COVID19”, dijo, al subrayar que el texto de Turner usó incorrectamente el término COVID-19 para referirse al virus y a la enfermedad. “Nosotros sugerimos que la respuesta inmune causada por la vacunación fue capaz de prevenir el COVID19.”
Hansen formuló otros tres planteamientos:
Dijo que Turner “omitió completamente” que el paciente solamente recibió la primera dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech, y “se sabe muy bien que la inmunogenicidad contra el SARS CoV2 no está plenamente establecida antes de dos semanas después de la segunda vacunación”.
Dijo que es “simplemente erróneo” que el ARN viral fue “hallado en cada órgano” del cuerpo del paciente, como afirmó Turner varias veces. Hansen y los otros autores del informe solamente analizaron nueve órganos conocidos como vías de propagación viral y detectaron virus en siete de ellos.
Finalmente, Hansen dijo que los resultados de la autopsia deben ser interpretados cuidadosamente porque tratan sobre un solo caso, lo cual dificulta extrapolar conclusiones generales sobre las vacunas.
Al saber que Hansen calificó el texto de Turner como una distorsión del informe de caso, Turner, cuya publicación admite que “podría estar errada”, defendió su análisis.
“Mi nota sobre la ‘Bomba de Tiempo Global’ no ‘distorsionó’ nada”, nos dijo en un correo electrónico. “La información proviene del autor principal del informe y mi nota incluye un enlace al texto completo para que cualquiera pueda leerlo”.
De hecho, cualquiera que se tome el tiempo de leer el informe médico completo sobre el historial del paciente probablemente notará que sus autores no llegaron a las mismas conclusiones que Turner.
Traducido por Luis Alonso Lugo.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.