Facebook Twitter Tumblr Close Skip to main content
A Project of The Annenberg Public Policy Center
SciCheck’s COVID-19/Vaccination Project

Estudio erróneo sobre fallecimientos y vacunas contra el COVID-19 se propaga extensamente antes de ser retractado


This article is available in both English and Español

Compendio SciCheck

Las vacunas contra el COVID-19 han mostrado ser seguras y efectivas en ensayos clínicos y en aplicaciones en el mundo real. Pero un artículo científico difundido extensamente en la red afirmó que las vacunas causan dos muertes por cada tres vidas que salvan. Los expertos dicen que el análisis malinterpretó los datos y fue erróneo, y ya ha sido retractado por la revista que lo publicó.


Historia Completa

Las notificaciones de eventos adversos no verificados que ocurren tras recibir una vacuna han sido una fuente reiterada de información errónea durante meses. Como hemos documentado repetidamente, cualquier persona puede presentar un reporte al sistema estadounidense y estas notificaciones por sí solas no son prueba de una relación causal con una vacuna.

En la última reiteración de este tipo de tergiversación de información, un artículo científico revisado por pares publicado en una revista científica utilizó esos datos para hacer la dudosa afirmación de que las vacunas contra el COVID-19 estaban causando casi tantas muertes como la cantidad de vidas que han salvado.

“Por cada tres muertes prevenidas por la vacunación tenemos dos infligidas por la vacunación”, afirmaba el artículo, publicado el 24 de junio en Vaccines.

Días después de la publicación del análisis, en medio de un fuerte rechazo por parte de científicos, algunos de los cuales dimitieron de sus funciones editoriales en la publicación, la revista emitió una declaración el 28 de junio en la que señaló que había “dudas importantes” sobre el artículo y que su afirmación de que las muertes estaban conectadas a la vacunación “es incorrecta y distorsionada”.

“Los datos han sido usados incorrectamente porque asumen (erróneamente) que todas las muertes que ocurrieron después de la vacunación fueron causadas por la vacunación”, dijo a Science en un correo electrónico Katie Ewer, inmunóloga de la Universidad de Oxford. “Y ahora está siendo utilizado por los antivacunas y negacionistas del COVID-19 como evidencia de que las vacunas contra el COVID-19 no son seguras. Esto es tremendamente irresponsable, sobre todo para una publicación especializada en vacunas”.

Vaccines, con sede en Suiza, se retractó formalmente del artículo el 2 de julio.

Pero en los días entre su publicación y su retractación, el artículo y sus afirmaciones encontraron una audiencia considerable en las redes sociales, donde se difundieron ampliamente a través de las plataformas.

El enlace al artículo fue compartido casi 9.000 veces en Facebook hasta las primeras horas  del 2 de julio, según datos analíticos de CrowdTangle. Las métricas en el sitio web de la revista indican que fue visto más de 367.000 veces.

Liz Wheeler, una comentarista conservadora, promocionó el artículo en un video en Facebook el 30 de junio con el título “El estudio sobre la vacunación que no te permiten ver”. El video fue visto más de 250.000 veces.

“Este es un estudio científico revisado por pares”, dice Wheeler a sus espectadores. “Básicamente, este estudio científico revisado por pares muestra que la vacuna contra el COVID-19 causa dos muertes por cada tres vidas que salva”.

Detrás de ella, en partes del video, hay un tablero que repite la afirmación del estudio como una declaración de hecho: “Las vacunas contra el COVID matan a dos personas por cada tres que se salvan”.

Como mencionamos, la publicación había reconocido dos días antes que los datos sobre supuestas muertes por las vacunas habían sido “distorsionados”.

El artículo científico decía que los autores utilizaron “los datos del registro nacional holandés … para medir el número de efectos secundarios graves y mortales por cada 100.000 vacunas”.

Pero el sistema de notificación holandés, mantenido por el Centro de Farmacovigilancia de los Países Bajos, llamado Lareb, incluye una prominente cláusula de exención de responsabilidad que indica explícitamente que un efecto secundario reportado puede no corresponder a  la vacuna, similar al sistema de notificación de reacciones adversas utilizado en los EE. UU., el cual hemos explicado anteriormente.

El Dr. Eugène van Puijenbroek, jefe de ciencia e investigación en Lareb, nos dijo en un correo electrónico que los datos utilizados en el análisis “fueron interpretados incorrectamente y, por lo tanto, condujeron a conclusiones erróneas”. Dijo que había solicitado que la revista “o hiciera una corrección adecuada” o se retractara del estudio.

El sistema se usa para “resaltar posibles señales de seguridad en una etapa temprana”, dijo. “La notificación de una reacción que ocurrió después de vacunarse no es, entonces, necesariamente causada por la vacuna, a pesar de que los autores presentaron  nuestros datos como causalmente relacionados. Cabe señalar que la base de datos de la Agencia Europea de Medicamentos que se menciona en este artículo también contiene el mismo tipo de reportes”.

“Como se indica claramente en nuestro sitio web, pero no se toma en cuenta en el método aplicado en este artículo, la muerte después de la vacunación no implica que la reacción adversa sea de hecho la causa real de muerte”, dijo. “Problemas de salud existentes resultan ser la explicación más obvia de los desenlaces fatales en la mayoría de los casos. En un número limitado de reportes, las reacciones adversas que siguen a una vacunación que se sabe están asociadas con las vacunas contra el COVID (por ejemplo, fiebre, náuseas o malestar), pueden haber contribuido al empeoramiento de una condición de salud ya frágil o una condición médica subyacente. Sugerir que todos los reportes con un resultado mortal estén relacionados causalmente está lejos de la verdad”.

Además, dijo Van Puijenbroek, la aseveración del artículo de que las muertes reportadas “fueron certificadas por especialistas médicos” es “simplemente incorrecta”.

El autor principal del estudio, Harald Walach, es psicólogo y profesor en la Universidad de Ciencias Médicas de Poznan en Polonia. Él y sus coautores escribieron una carta de dos páginas defendiendo su estudio, publicada por Retraction Watch, en la que admitieron “que estos datos están lejos de ser perfectos”, pero dijeron que el uso de los datos para el análisis estaba justificado porque “son los únicos que están disponibles”.

También alegaron que “actualmente solo tenemos asociaciones, estamos de acuerdo, y nunca dijimos nada más”.

Por otra parte, hubo otros problemas con el artículo.

Además del hecho de que las muertes y otras reacciones adversas reportadas al sistema holandés no han sido confirmadas como causadas por las vacunas, los autores escogieron de manera arbitraria usar ese sistema para ver los reportes de casos presentados por cada 100.000 vacunas. Pero el volumen de ese sistema es atípico en relación con el resto de Europa.

“[Los sistemas europeos] tienen un valor medio de 127 [reportes] por 100.000 [vacunas], que van de 15 a 701, siendo el 701 de Holanda un valor atípico extremo”, nos dijo Jeffrey Morris, director de la división de bioestadística de la Universidad de Pensilvania, en un correo electrónico. “Dan algunas razones poco convincentes de por qué creen que usar el 701 para representar la verdad es la mejor idea, distorsionando fuertemente de esa manera la tasa de reacciones adversas de las vacunas en un factor de casi 6 en relación con el uso de la media para toda Europa”.

Foto de Marcus Brandt/picture alliance via Getty Images

El documento también usa un concepto conocido como el número necesario para vacunar, o NNTV por sus siglas en inglés, para estimar cuántas dosis deberían administrarse para evitar un caso de COVID-19 o la muerte. En el caso de las muertes, concluye que “el NNTV para prevenir una muerte está entre 9.000 y 50.000 (intervalo de confianza del 95%), con 16.000 como punto de estimación”.

Pero usar ese tipo de medida, también conocida como la cantidad necesaria para tratamiento, o NNT por sus siglas en inglés, es problemático por varias razones, dijo Morris, especialmente para algo en el que el riesgo se extiende durante un largo período de tiempo.

“El factor clave aquí es que el NNT depende directamente de un periodo de tiempo, y cuando lo calcula usando datos de un estudio a corto plazo, subestima enormemente el beneficio cuando el riesgo se distribuye a lo largo de una franja de tiempo más larga”, dijo.

Los autores utilizaron datos de un estudio israelí que hizo un seguimiento de los participantes que recibieron la vacuna Pfizer/BioNTech durante un promedio de 15 días.

Morris dijo que el corto período de tiempo para calcular el beneficio de la vacuna es “especialmente engañoso”, ya que las reacciones adversas reportadas (que nuevamente, no están confirmadas se deban a la vacuna) generalmente ocurren dentro de ese período de tiempo corto, “pero solo se captura una pequeña fracción de los efectos beneficiosos de la vacuna, que previene casos durante el siguiente año o dos o más”.

Además, la medida está influenciada por otros factores, como confinamientos, distanciamiento social y uso de mascarillas.

Y cuando muchas personas están vacunadas, la probabilidad de infección y muerte disminuye, por lo tanto hace que el número necesario para vacunar sea mayor (y el beneficio de la vacuna parece menor).

“En resumen, el NNT es una medida extremadamente defectuosa incluso si tuvieran buenos datos para estimar el riesgo de infección, hospitalización y muerte para los grupos vacunados y no vacunados e interpretaran los datos correctamente (lo que por supuesto no hicieron)”, dijo Morris.

Traducido por Elena de la Cruz

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.