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SciCheck’s COVID-19/Vaccination Project

Publicación en Instagram hace comparación equivocada entre vacunas contra el COVID-19 y la influenza


This article is available in both English and Español

Compendio SciCheck

Un tuit compartido en Instagram asevera infundadamente que una persona tiene de trescientas a novecientas veces más probabilidades de morir “después de recibir la vacuna contra el #Covid que la contra la influenza”. Pero la comparación no es válida y no hay pruebas de que haya muertes causadas por las vacunas contra el COVID-19.


Historia completa

Un tuit publicado el 15 de febrero, compartido luego en Instagram, cita información no comprobada enviada a una base de datos federal para aseverar infundadamente que las vacunas contra el COVID-19 son significativamente más peligrosas que las contra la influenza. Expertos dicen, en cambio, que es un caso de mal uso de estadísticas y que la sugerencia que las vacunas contra el COVID-19 están matando a una persona de cada diez mil que reciben la vacuna no tiene asidero. 

“¿Cuántas probabilidades más tiene usted de morir tras recibir una vacuna contra el #Covid que una contra la influenza?”, comienza diciendo el tuit de Alex Berenson, novelista y ex reportero del New York Times

“300-900 veces, según reportes al VAERS federal. Si, 900”, responde, refiriéndose al Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) del gobierno. Y luego añade que para las vacunas contra el COVID-19 hay “1 muerte reportada por cada 35.000 pinchazos o 10.000 vacunaciones completas (por ahora)”, pero para la de la  influenza hay “1 muerte por cada 9.000.000 de vacunaciones”.

“Esa es una vacuna segura”, asegura Berenson sobre la vacuna contra la influenza. “Esas muertes son probablemente coincidentes, el simple resultado del número de inyecciones administradas. La vac #COVID, no tanto”. 

Pero el análisis de Berenson se basa en la falacia que cualquier muerte que ocurra después de una vacunación tiene que estar relacionada con la vacuna. 

“VAERS no determina las muertes, punto”, nos dijo un vocero de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). “El solo hecho de que alguien informe una muerte, no significa que la vacuna haya causado esa muerte. Por lo que no usamos VAERS para determinar tasas de mortalidad ni nada sobre las muertes”.

En términos de la cantidad de reportes de muertes seguidas de cada una de las vacunas al momento de su tuit, los números de Berenson son correctos. Los CDC, por ejemplo, informaron en su página web que al 7 de febrero 1.170 muertes habían sido reportadas al VAERS tras la administración de 41 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19. Eso es cerca de un reporte por cada 35.000 dosis (El número en la página al momento de esta publicación es 934 reportes de muerte en 52 millones de dosis, al 14 de febrero. Los CDC nos dijo que el declive se debe a que los centros ahora solo incluyen reportes realizados en Estados Unidos para poder relacionarlos con las dosis administradas en el país).

Pero la comparación con la influenza es problemática y no hay fundamento para concluir que las vacunas contra el COVID-19 son inseguras.

Los informes realizados a través de VAERS no significan necesariamente que la vacuna causó una reacción adversa ya que cualquiera puede enviar un reporte al sistema, aún si no están seguros que la vacuna causó el problema. Cuando se reportan muertes ocurridas después de una vacunación, los casos son revisados por médicos de los CDC y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés). Y por ahora, con las vacunas contra el COVID-19, no se ha establecido ninguna relación con la vacunación. 

Los CDC nos dijo que a la fecha, los centros no han confirmado ni una sola muerte directamente relacionada con la vacuna contra el COVID-19. 

Actualización, 19 de mayo: Tras investigar 15 casos de un tipo poco frecuente de coágulo de sangre ocurridos entre cerca de 8 millones de vacunas de Johnson & Johnson aplicadas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) están advirtiendo sobre el aparente aumento de riesgo a la peligrosa afección, la cual ha ocurrido en mujeres y ha resultado en tres muertes al 21 de abril. Los CDC dicen: “Las mujeres menores de 50 años de edad particularmente deben estar al tanto del riesgo poco frecuente pero más alto de sufrir este evento adverso. Existen otras opciones de vacunas contra el COVID-19 disponibles para las que no se ha observado este riesgo.” Al 11 de mayo, se han identificado 28 casos de entre más de 9 millones de vacunas de J&J administradas. Para más información, vea “Preguntas y respuestas sobre los extraños coágulos que causaron la pausa de la vacuna de J&J” 

Adicionalmente, expertos han dicho que no es sorprendente que haya más reportes de muerte en VAERS luego de la administración de vacunas contra el COVID-19 si se los compara con los reportes de muerte tras las vacunas contra la influenza debido a la creciente atención que hay en la vacuna. 

“La diferencia en muertes reportadas tras la administración de las vacunas contra el COVID-19 y contra la influenza se debe probablemente al aumento en reportes de todo tipo de reacciones tras la vacunación contra el COVID-19, comparado con la vacunación contra la influenza”, nos dijo el Dr. Robert Legare Atmar, especialista en enfermedades infecciosas del Baylor College of Medicine, quien también evalúa las vacunas. 

Berenson, quien frecuentemente aparece en medios conservadores, malinterpretó un estudio para sugerir que las mascarillas son inefectivas contra el nuevo coronavirus. Sus tuits también le dieron base a otra declaración engañosa, donde también citaba estadísticas del VAERS para comparar reacciones adversas de las vacunas contra el COVID-19 con las de la vacuna contra la influenza. 

Entendiendo el VAERS

Para entender por qué las estadísticas que publica Berenson parecen alarmantes pero no lo son, hay que entender primero cómo funciona el VAERS y las limitaciones de sus estadísticas. 

Como explica su página web, VAERS es un sistema de alerta que “no está diseñado para detectar si la vacuna ha causado una reacción adversa, pero puede identificar patrones inusuales o inesperados de reporte que pueden indicar la necesidad de mirar más de cerca posibles problemas de seguridad”. 

El sistema acepta cualquier informe sobre reacciones que ocurran después de la vacunación. No hay ningún filtro o revisión de los reportes y los informes son aceptados “sin juzgar si la reacción fue causada o no por la vacuna”. Antes de acceder a las estadísticas del sistema, que son públicas, los usuarios deben leer y aceptar una cláusula que advierte que los reportes “pueden incluir información incompleta, incorrecta, coincidental y no comprobada” y que recalca que la utilidad de los datos es limitada porque la mayoría de los reportes son voluntarios. 

La información está disponible de todos modos porque permite recibir alertas de posibles problemas de seguridad de la vacuna rápidamente, que luego los científicos del gobierno pueden investigar. En el caso de las vacunas contra el COVID-19, VAERS es uno de varios sistemas que el gobierno tiene a disposición para monitorear la seguridad de las vacunas a medida que se le administran a una mayor población. 

Pero las estadísticas del VAERS no están diseñadas para comparar la seguridad de distintas vacunas o para estimar de ninguna manera las posibilidades de morir que tiene una persona luego de recibir una vacuna. De hecho, la cláusula recomienda específicamente no hacer el tipo de cálculos que hace Berenson. “El número de reportes por sí solo no puede ser interpretado o usado para llegar a conclusiones sobre la existencia, gravedad, frecuencia o tasa de problemas asociados con las vacunas”, dice. 

En cambio, dijeron los CDC , cuando un informe reporta una reacción adversa grave, como la muerte, los centros la información clínica disponible, incluidos los registros médicos, los certificados de defunción, los datos de autopsia, y luego un médico calificado determina la causa de muerte. 

“Buscamos patrones, buscamos señales de alerta, pero no usamos VAERS para determinar muertes o tasa de mortalidad”, dijeron los CDC. “Esos [reportes] tienen que ser verificados”. 

Aumento de reportes por vacunas contra el COVID-19

Dada la forma en que VAERS funciona, hay varias razones que explican la mayor cantidad de informes de muerte reportados al sistema tras recibir alguna de las vacunas contra el COVID-19 que tras recibir la contra la influenza. Y ninguna de ellas tiene nada que ver con el perfil de seguridad de la vacuna. 

“Hay una hiper sensibilidad para con este virus, y por lo tanto, una hiper sensibilidad para con esta vacuna”, dijo el Dr. Paul Offit, experto en vacunas del Hospital de Niños de Filadelfia y miembro del Comité Asesor de Vacunas y Productos Biológicos Relacionados (VRBPAC, por sus siglas en inglés), el panel de expertos de la FDA que examina las vacunas contra el COVID-19. 

Además, inicialmente, las vacunas contra el COVID-19 han estado “dirigidas a una población mayor que tiene más probabilidades de tener problemas de salud”, dijo el doctor. Ya que las vacunas protegen contra el COVID-19 pero no “están diseñadas para prevenir cualquier otra cosa que pase en la vida”, dijo Offit es de esperar que algunas personas mueran por total coincidencia, especialmente si son mayores, después de recibir la vacuna. (SciCheck ha abordado esto antes en “Video presenta información falsa sobre ‘crímenes de guerra’ y la seguridad de las vacunas contra el COVID-19”).

Los CDC nos dijo que todos los informes de muerte reportados tras la administración de las vacunas contra el COVID-19 están bajo investigación, pero que según la información que tienen por ahora “pareciera que la mayoría de esas muertes ocurrieron entre residentes de asilos de anciano con afecciones subyacentes serias y que la muerte no fue precipitada por la vacunación”.

Atmar, de Baylor, quien ha hecho recomendaciones sobre las vacunas contra la influenza como parte del Comité Asesor sobre Prácticas de Vacunación (ACIP, por sus siglas en inglés) de los CDC, también dijo que es un error sobreinterpretar los reportes de muerte del VAERS. 

“Personas con afecciones subyacentes viviendo en residencias de ancianos o establecimientos de cuidado a largo plazo mueren por sus afecciones subyacentes a diario”, dijo en un correo electrónico. Durante la temporada de influenza, es poco probable que esas muertes se reporten en VAERS porque no se consideran relacionadas con la vacuna contra la influenza. Pero con el COVID-19, esas muertes se reportan al VAERS aunque no haya seguridad de si están relacionadas con la o con la condición médica de las personas. 

“Este ‘sesgo’ en la diferencia de reportar hace parecer que hay una diferencia en la tasa de mortalidad entre quienes reciben los tipos de vacunas”, dijo. “Pero, lo que representa en realidad es una diferencia en la forma de reportar”. 

De hecho las exigencias de cuándo es necesario reportar al VAERS para las vacunas contra el COVID-19 son diferentes que para las otras vacunas, dado que las contra el COVID-19 tienen una autorización deuso de emergencia. Como se explica en el sitio web del VAERS, los prestadores de servicios de salud deben reportar todas las muertes que ocurren luego de la administración de la vacuna contra el COVID-19, independientemente de la causa sospechada.

Con otras vacunas, se “recomienda encarecidamente” a los prestadores de salud que informen al VAERS en caso de muerte tras la vacunación, aunque no sea evidente que la vacuna la causó, pero no hay una exigencia de hacerlo a menos que la muerte ocurra tras lo que se llama un evento reportable, como una reacción alérgica de anafilaxia. 

Traducido por Catalina Jaramillo.

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.